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Tras haber descansado lo suficiente volví para llegar poco más o menos al final del concierto, donde me reuní con Emilitros y María, quienes hicieron la espera y el resto de la jornada mucho más agradable.

Por fin llegó el momento de Iron Maiden. El Sol ya no molestaba y era evidente que mucha gente había venido ex profeso a ver este concierto. A pesar de no estar cerca del escenario no había mucho hueco para moverse. No es que fuese agobiante pero sí era molesto cada vez que alguien tenía que moverse a otro lugar y hacía que los demás nos tuviesemos que apartar. Pero bueno, era de esperar.

Sobre el escenario se habían colocado varias estructuras tapadas con sábanas negras. De fondo empezó a sonar la versión de «Doctor, Doctor» como hilo musical y, al terminar, se retiraron las sábanas y se pudo ver lo que parecía la entrada a una base espacial. En el fondo se desplegó una sábana decorada con un motivo espacial como el del último disco y empezó a sonar «Satellite 15… The Final Frontier». La reacción del público fue inmediata, aplaudiendo y cantando.

Lo primero que tengo que decir es que los temas del último disco funcionan en directo, al menos los que tocaron. Ya había dicho que sus últimos trabajos no son de mis favoritos pero en concierto suenan muy bien. En particular me gustó como sonó «El Dorado», que no me había llamado la atención antes. Probablemente sea tanto por el entusiasmo del público (creo que todo el mundo cantó en todas las canciones del repertorio) como por el sonido que tenían. Claro que colaron «2 Minutes to Midnight» antes de seguir con «The Talisman» y «Coming Home» para aportar un poco de variedad.

Antes de seguir y hablando de sonido, me llama la atención que hasta en esto se hace notar que Steve Harris es el jefe. Con tres guitarras a su lado su bajo se oía bien definido y en muchas ocasiones mejor que a los demás. Me encantó el volumen de toda la batería, que se oía bien sin retumbar el bombo. Y todo esto dejando hueco para la voz de Dickinson. No voy a decir que fuese perfecto (las guitarras se perdieron un poquito) pero sí que me gustó como sonó.

Pero sin duda lo más trabajado, aparte de la música, fue la presentación. Si bien el montaje era más elaborado que el de cualquiera de los demás grupos tampoco es que fuese algo excesivo y no coartaba los movimientos de los músicos. Y aunque Steve Harris no duda en tomar con su bajo la posición central sobre el escenario son los brincos de Janick Gers los que llaman la atención. Sus aspavientos eran tales que me pregunté más de una vez cuántas guitarras se carga al año con sus cabriolas. En comparación, Adrian Smith y Dave Murray parecían estar parados. De fondo, Nicko McBrain saludaba al público a través de las cámaras alrededor de su batería.

Bruce Dickinson es un punto y aparte. Puede que alguno vea en la actuación de Iron Maiden como grupo y de Dickinson en particular un espectáculo demasiado estudiado. Sea o no el caso, yo creo que lo hacen a la perfección. Cuando termina de sonar «Dance of Death » y empieza «The Trooper» gran parte de la ovación se debe a toda la actividad del cantante sobre el escenario junto con una buena presentación: uniforme de soldado y banderas del Reino Unido (la primera se rompió) ondeado delante de una sábana gigante con Eddie como «The Trooper». Hablando de banderas, Dickinson reconoció más de una entre el público y saludo a las personas que habían venido de fuera a verles.

Hubo varios cambios de sábana gigante trasera, como cuando comenzó a sonar «The Wicker Man». Del mismo disco que esta canción tocaron «Blood Brothers», con buen acompañamiento del público, antes de pasar por última vez por su último disco con «When the Wild Wind Blows». Este tema es de los que sí se me había quedado al escuchar el disco y en directo me gusto por igual. Claro que no puede competir con «The Evil That Men Do» si al grupo le acompaña/ataca entre tanto un Eddie de unos tres metros de alto, equipado con cámaras en su cabeza que retransmitían a las pantallas gigantes a los laterales del escenario y que llegó a estar armado con una guitarra hacia el final de su aparición.

Y, ¿cómo se supera eso?, preguntaréis inquietos. Pues fácilmente, os diría la Dama de Hierro: tocando «Fear of the Dark» y «Iron Maiden» y sacando con esta última una cabeza gigante de Eddie tras el escenario. Aparte de girar a uno y otro lado, la cabeza también podía abrir y cerrar su gran boca y unos dedos gigantes se movían sobre la plataforma más elevada del escenario. En directo resulta bastante más espectacular que viéndolo en una pantalla (o leyéndolo).

Si el grupo se hubiese retirado definitivamente ya habría sido un buen concierto pero sólo desaparecieron unos instantes para volver a salir y tocar «The Number of the Beast». Por eso de seguir dando espectáculo, esta vez fue un demonio animatrónico el que decoró la parte trasera del escenario. La voz de Dickinson mantuvo bien el nivel a lo largo de todo el concierto y cuando llegaron a «Hallowed Be Thy Name» demostró que tiene cuerda (vocal, badumchass) para rato.

Por desgracia, la actuación tenía que terminar, no sin que antes tocasen «Running Free», se presentasen e invitasen al público a corear por última vez hasta la próxima ocasión.

Mientras el hilo musical con «Always Look on the Bright Side of Life» [03m19s] competía con lo que se oía de la carpa de los pinchadiscos nos sentamos a esperar al siguiente grupo.

1 comentarios.

  1. 1.

    El concierto salió muy bueno la verdad. Leyendo la crónica uno recuerda las reacciones que se generaron… emociones y momentos fuertes, como los Maiden saben crear. ¡Lo que se dice un conciertazo!