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Hace unos meses recogían la siguiente historia en Elepé.com:

Un grupo de adolescentes decide que tiene tiempo libre y le preguntan a un vecino, ingeniero de sonido con estudio propio, cuánto costaría grabar un par de temas. El hombre les ofrece un precio que incluye un vídeo musical. El grupo acepta y se ponen a ello, grabando una canción y su vídeo correspondiente. Los problemas surgen cuando el ingeniero les exige cumplir su acuerdo y los tipos en cuestión le dan largas.

Con más humor del que yo hubiese tenido, el ingeniero en cuestión decide usar el metraje que ya tenía para componer y publicar una pista dance [02m50s]. Normalmente no tengo reparos en incluir material que podría ofender algunas sensibilidades pero en este caso me limitaré a exponer una captura de pantalla, a modo de aviso:

No, no se trata de Quico.

El ingeniero en cuestión cuenta su versión de la historia [03m00s] (y aprovecha para vender unas camisetas del asunto).