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Un mes atrás apuntaba para leer el artículo «Vinyl’s great, but it’s not better than CDs«. El título resume eficientemente el contenido del texto pero le ocurre algo similar a lo que me pasó con mi pequeña entrada reciente sobre φ: explicar algo que parece de sentido común o que se puede sintetizar de forma reducida no produce necesariamente en un texto corto.

Lo que me gusta del artículo es que ofrece argumentos con una lógica —a mi entender— sólida y hechos contrastables en lugar de opiniones, expertas o no. Tampoco pretende argumentar en contra de los vinilos pero sí aclarar o desmentir el origen de ciertos mitos respecto al sonido de los mismos:

Ya que los CDs se apoyan en el muestreo de una señal analógica original siendo grabada, tienen algunas limitaciones de frecuencia. Mientras que los vinilos, en teoría, codifican una onda de sonido suave, los CDs muestran esa sonido de audio en diversos puntos y luego juntan esas muestras. «Por muy alta que sea la frecuencia de muestreo», escribió en su día Eliot Van Buskirk de Wired, «nunca podrá contener toda la información presente en la surco analógico.»

Eso es cierto. Los CDs funcionan cogiendo un montón de muestras de una onda de sonido fuente y concatenándolas. Pero esta crítica es engañosa por dos razones. Por un lado, la impresión sobre vinilo no está libre de errores y [por lo tanto] el surco analógico de un disco determinado [tampoco] es una replica precisa de la onda de sonido registrada en el master, y en mucha medida debido a fuertes limitaciones en las frecuencias altas y bajas. Es verdad que los CDs no pueden replicar la onda completa en un master en todos los casos (actualización: en muchos casos, el teorema de Nyquist-Shannon implica que sí pueden) — pero tampoco pueden los vinilos.

Recomiendo leer el resto del artículo. Me recordó un poco también al argumentario sobre las descargas musicales a 24/192, que disfruté bastante.