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Es la pregunta que se hace este artículo de Quartz señalado en Hacker News. El argumento que la provoca se apoya en dos premisas:

  1. Los servicios de reproducción por streaming, entre los que destaca Spotify, son la fuente de ingresos principal de los músicos.
  2. Spotify en particular paga por el número de veces que una canción es reproducida, independientemente de su duración.

Es lícito preguntarse si esto constituye un aliciente económico para que los músicos hagan las canciones más cortas.

El artículo hace algunas observaciones sobre la evolución de las duraciones de las canciones de algunos artistas. Tal como está planteado, no me queda muy claro si estas observaciones son datos recopilados a posterior para apoyar la teoría, o si esta surgió tras observar los datos. Con todo, no dejan de ser curiosos.

Se puede observar, por ejemplo, el aumento reciente del porcentaje de canciones del Billboard Hot 100 que duran dos minutos y medio o menos:

’02’04’06’08’10’12’14’16’180%1%2%3%4%5%6%
Porcentaje de canciones del Billboard Hot 100 que duran 2:30 o menos. Crédito: Billboard, Michael Tauberg.

Al final del texto señalan que existen otros factores, aparte del económico, que pueden considerarse:

Los primeros fonógrafos sólo podían reproducir entre dos y tres minutos de música así que, como resultado, esa era la duración típica de las canciones desde los años 1920 a los 1950. La introducción del álbum LP, después la cinta y después el CD hizo posible tener canciones más largas, a medida de la capacidad creciente de cada medio. Ahora, en la época del streaming, tecnología y economía parecen estar enviándonos de vuelta a la brevedad.

Me recuerda un poco al análisis de las guerras del volumen que mencionaba por última vez hace unos años.