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Robert Barry publicó hace unos días en The Quietus un artículo titulado «I For One Welcome Our New Robot Vocal Cords: Radical Computer Music«, en el que mezcla varios temas interesantes.

Menciona la obra de Holly Herndon con Max/MSP, un lenguaje de programación visual para música y multimedia, y sus sesiones en directo para pasar a hablar brevemente de las algoraves, fenómenos que desconocía. Pero lo que llamó mi atención fue Black MIDI o, como denominan en su propio wiki, música imposible.

Como explican en un artículo Rhizome referenciado por el escrito mencionado al principio, una composición black MIDI recibe este apelativo por el aspecto casi completamente negro que presenta al ser visualizada en una partitura:

La escena derivada parece girar alrededor de varios factores no necesariamente inmutables. Aunque hay una fuerte afinidad por los temas musicales de videojuegos no son la única fuente de inspiración. También los hay más interesados en la carga computacional que requiere reproducir estos ficheros y los efectos imprevisibles que este esfuerzo puede causar en el reproductor. Algunos incluso parecen concentrar su esfuerzo en la presentación que el fichero genera en determinado software más que en el sonido resultante.

El único principio inalterable es la inclusión del mayor número de notas posible, lo que convierte a estas piezas en temas humanamente imposibles de tocar con un número relativamente limitado de instrumentos. Esto lleva a establecer un paralelismo con el trabajo de Conlon Nancarrow, un compositor nacionalizado mexicano cuyos estudios para pianola comparten ese elemento de «imposibilidad» de los black MIDI.

Me imagino que para software como Euphony sería un desafío considerable pero puedo reconocer el atractivo de ponerlo a prueba con estos leviatanes de ficheros MIDI.