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Aunque en la entrada figuraba que el concierto iba a celebrarse en Joy Eslava ya estábamos prevenidos que el evento se había trasladado a La Riviera. Tras haber disfrutado de la experiencia acústica en el conciertazo de Airbourne y el espectáculo de Down el cambio no me hacía mucha gracia pero tampoco se podía hacer nada al respecto.

Ya que el cambio se había producido para dar cabida a más asistentes salimos con algo de antelación para colocarnos en la file para entrar. La espera no fue demasiado dura y pudimos acceder al recinto sin demasiadas complicaciones. De hecho nos pudimos situar relativamente bien, donde pudiésemos ver el escenario y escuchar (con tapones) sin taparle la vista a nadie.

A Red Fang no les tenía demasiado ubicados. Había escuchado con gusto un par de temas suyos pero no tenía ninguna expectativa de su actuación. De un tiempo a esta parte me parece que es casi la mejor manera de ir a un concierto. Al igual que me pasó con Svölk en el concierto de Annihilator, la media hora de stoner rock con la que comenzó la tarde resultó entretenida.

Su concierto empezó con «Hank Is Dead» y un sonido sorprendentemente bueno. No puedo decir que fuese perfecto pero al menos se podían reconocer y seguir temas como «Throw Up» y «Malverde» sin los típicos problemas de la sala en cuestión. Algunos comentarios después del concierto apuntaron a que quizás el volumen no había tenido un nivel tan exagerado como el que suele tenerse y eso le había dado una mejor definición. Si es el caso, y es una teoría verosímil, a mí que me apunten para conciertos en sala más bajitos.

Es más, tendría un cierto interés en volver a escuchar «Wires» en una sala de un aforo limitado pero con el sonido bien calibrado. Supongo que no será muy conveniente para un grupo/músico tocar salas y que el circuito de festivales o las giras de otros grupos a veces serán la única manera de salir de gira pero en ciertos contextos el sonido se ve tan perjudicado que no se disfruta y la imagen que se da sale perjudicada.

De todo lo que tocaron lo que me resultó más familiar fue «Prehistoric Dog», por haber visto el vídeo en alguna ocasión anterior, que cerró el concierto tras «Into the Eye» y «Sharks». Como era de esperar, el programa de luces fue muy sencillo y lo suficientemente discreto como para no distraer de una actuación sólida.

Para mí, la media hora estuvo bien aprovechada, yendo quizás un poco de menos a más y consiguiendo que el público quedase bastante satisfecho. Mientras retiraban sus instrumentos del escenario me hice nota mental de dedicarles algo de tiempo y prestar atención si les vuelvo a pillar cerca.

Tercera vez que veía a Mastodon, después de verles abriendo para Metallica del 2009 y en el Sonisphere del año pasado, y ya iba siendo hora de disfrutar de un concierto suyo en condiciones.

Claro que las condiciones podrían haber sido mucho mejores, teniendo en cuenta el cuidado especial que tiene la producción de sonido de este grupo y la acústica a la que se iba a enfrentar, en comparación con la de la sala que venía en el ticket. Aunque también es cierto que una de las ventajas de tener expectativas bajas es que es más difícil ser decepcionado. Por lo tanto, el comienzo del concierto con «Dry Bone Valley» y «Black Tongue» no supuso una sorpresa sonora.

Sí puedo apreciar el esfuerzo que se haría desde la mesa de mezcla a lo largo del concierto de mejorar el sonido pero temas como «Crystal Skull», «I Am Ahab» o «Capillarian Crest» —más escuchados por ser de trabajos anteriores— todavía se verían perjudicados. Habría que preguntar a alguien que no tuviese mucha familiaridad con el grupo y sus temas, a ver qué impresión le dio el sonido.

El ritmo general del concierto fue bueno. El grupo no se mostró muy comunicativo, algo que quizás enfrió un poco el ambiente, pero creo que hicieron bien en ir abordando la selección de canciones que traían preparadas sin retrasos innecesarios. Encajaron «Colony of Birchmen» y «Megalodon» antes de volver a su último disco con «Thickening» y «Blasteroid».

La intensidad con la que fueron interpretados varió bastante entre componentes del grupo. Hinds hizo un trabajo adecuado a la guitarra pero le costaba más cantar. Kelliher, igualmente correcto, parecía tener que centrarse sólo en su guitarra y procuró ceñirse a esa tarea. Si bien Sanders se mostraba más activo sobre el escenario y tocando el bajo me costó un poco apreciar su trabajo al micrófono. Y creo que Dailor dio la talla cantando al mismo tiempo que cumplía su cometido tras la batería. Sí es cierto que, en general, las voces no lucieron tanto como en sus discos pero nuevamente creo que partían con cierta desventaja.

Parte del trabajo de trasladar los temas de un disco a un directo consiste en saber qué elementos se pueden incorporar al sonido en vivo y cuales son sólo para la mesa de producción. El inconveniente de tener una producción elaborada es que esta tarea se complica y, a mi entender, Mastodon ha ido aportando más valor de producción con cada disco. De The Hunter, el último hasta la fecha, tocaron nueve temas, intercalados con canciones de discos anteriores como «Sleeping Giant» y «Ghost of Karelia», y en ellos a veces se echó en falta la nitidez y el equilibrio que tiene su sonido.

No digo que no me gustase escuchar «All the Heavy Lifting», «Spectrelight» o (una de las que más he oído) «Curl of the Burl» pero sí puedo decir que el sonido de «Bedazzled Fingernails», que es un tema duro pero con melodías y progresiones definidas, no lució tanto como el de otros como «Circle of Cysquatch», más rítmico y saturado.

De las luces no tengo mucho que decir. Es un trabajo que a veces no es apreciado en su justa medida, quizás porque muchas veces tampoco se le da la importancia que debería tener, y en este caso creó que se realizó de manera discreta y sin perjudicar al público, algo que no ocurre siempre.

El repertorio de la última parte del concierto volvió a repasar temas de su archivo discográfico como «Aqua Dementia» y «Crack the Skye», llegando a su primer álbum, Remission, con «Where Strides the Behemoth». La familiaridad con estos temas animó un poco el ambiente y clásicos de este grupo como «Iron Tusk», «March of the Fire Ants» o el conocido «Blood and Thunder» fueron recibidos con más ganas.

Curiosamente, decidieron cerrar el concierto cantando «Creature Lives» con «Red Fang» subidos al escenario y acompañando en las voces. Aunque a más de uno le pareció una manera poco adecuada de cerrar el concierto a mí no me desagradó y hasta me pareció simpático.

Sí es cierto que el concierto tuvo algunas pegas, algunas por la sala y otras por el grupo, pero creo que repetiré si tengo la oportunidad.

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Dándole una vuelta de tuerca a la expresión «más vale tarde que nunca», tiraré de memoria para recopilar la tarde-noche del 30 de julio. Dada la fiabilidad de mi memoria, cuenten con más de una imprecisión.

Vista la hora de apertura de puertas calculé para llegar a la entrada de La Cubierta sobre las 18:00. Al salir me encontré con una cola más larga de lo que esperaba pero que al cabo de poco tiempo empezó a moverse a buen ritmo. Afortunadamente estuve acompañado de Isra y Esther, quienes hicieron que la espera fuese mucho más amena y a los que tengo mucho que agradecer. Al entrar nos situamos en la zona frente a las mesas de mezcla de los primeros grupos y vimos que ya había una buena cantidad de personas en el recinto. Por desgracia, la zona que escogimos tuvo bastante transito, sobre todo durante la primera actuación, y a veces resultaba bastante molesto tener que estar pendientes de hacer hueco a la gente.

No sé cuántas personas habría cuando empezó el concierto de Saxon. A pesar del calor y del retraso, la salida del grupo fue bastante bien recibida. Reconozco que no he escuchado su último disco pero eso no evitó que disfrutase de temas como «Hammer of the Gods», con el que comenzaron su concierto. Habiéndoles visto hace un par de años me alegró comprobar que siguen estando en forma.

Lo que sí les perjudicó un poco fue el sonido, al menos como yo lo oí. Aunque La Cubierta con la ídem retirada es un espacio abierto y su acústica no es ideal en mi opinión el volumen estaba demasiado alto. Al nivel que se escucharon «Heavy Metal Thunder» o «Never Surrender» no se apreciaban bien los instrumentos, envueltos en una onda de sonido empujada por la batería. Incluso el sonido del micrófono de Biff Byfford parecía algo saturado.

Con todo, una vez hechos a la idea de que el sonido jugaba en contra del grupo, sí que se pudieron disfrutar canciones como «Chasing the Bulltet», la clásica «Motorcycle Man» y «Back In ’79». Siendo todavía de día, el calor se dejó notar ligeramente a lo largo del concierto. El tráfico hacia las barras, varios tendidos más allá de donde nos encontrabamos, fue un buen indicador de la sed que se estaba pasando en la arena. Supongo que el grupo también tendría que tirar de algún refresco, aunque fuese durante el sólo de batería tras «Demon Sweeney Todd».

Si en el escenario estaban incómodos o cansados no dejaron que se notase. Todo el grupo estuvo muy activo, animando a los que estabamos con «Call To Arms» o con Biff explicando que la inspiración de la canción «And The Bands Played On» son los conciertos del primer Monsters of Rock. Y eso que el concierto fue moderadamente largo. Siendo los teloneros era obvio que no tendrían mucho tiempo pero consiguieron tocar «Crusader», «Princess of the Night» y «Denim and Leather» antes de tener que terminar su concierto con «Wheels of Steel».

Con un merecido aplauso y más gente en el recinto que al principio, los Saxon se retiraron y dejaron que comenzasen los preparativos para el siguiente concierto.

Como era de esperar, la aparición de Motörhead fue recibida con entusiasmo. Con los primeros compases de «Iron Fist» quedó claro que este grupo sigue levantando pasiones a pesar de – o quizás gracias a – su dilatada carrera. Poco antes del concierto me había leído White Line Fever, la biografía de Lemmy, (otro gran regalo, tampoco merecido) y resulta interesante ver reflejado en un conjunto de canciones parte de la historia del personaje y del grupo. El repertorio tuvo de todo un poco, desde temas ya clásicos. como «Stay Clean», hasta canciones de su último disco, como «Get Back In Line». Y siempre fieles a un estilo y un sonido que rezumaba toda la actuación del grupo, a través de «Metropolis», «Over The Top» o «One Night Stand».

Y hablando de sonido, de nuevo me pareció mejorable. Ya sé que con Motörhead debe ser «everything louder than everything else» pero en varias ocasiones era más fácil seguir los temas por los ritmos de la batería de Mikkey Dee que por la guitarra de Campbell o el bajo de Lemmy. Afortunadamente la voz del cantante se podía oír pero el trabajo del guitarrista no se pudo apreciar tan bien durante el concierto como cuando hizo su sólo. No sé si será un tema de acústica, así que me imagino que en otra ocasión tendré que probar desde otros puntos

Quejas aparte, el concierto fue muy entretenido. No se puede decir que Lemmy sea el tipo más animado sobre las tablas pero al grupo le basta con la música para desatar al público. Con temas como «The Thousand Names of God» o «I Know How To Die» tampoco es que haga falta mucho más que un muro de amplificadores para dar un buen espectáculo. Claro que también hubo momentos de lucimiento, como el sólo de guitarra mencionado antes o el de batería que vino después de la contundente «In The Name Of Tragedy».

Con una producción discográfica considerable a sus espaldas y el público deseando más, cualquier concierto de Motörhead se puede hacer corto. El consuelo es que antes de terminar uno puede disfrutar de temazos como «Going To Brazil» y «Killed By Death». Evidentemente no podía faltar «Ace Of Spades», por muy trillada que la tengan, y «Overkill» siempre será una buena manera de terminar una actuación, a pesar de los fallos técnicos de último minuto con la guitarra de Campbell.

Tras los saludos y despedidas pertinentes, habiendo dejado claro por qué se presentan con «We are Motörhead and we play rock and roll», los tres músicos se retiraron a acompañar a al menos una mujer ataviada de forma bastante reveladora que había estado a un lado del escenario viendo la actuación. Saben con quién juntarse.

Algo más tarde de lo que esperaba comenzó el concierto de Judas Priest. Ya era de noche y en el hilo musical empezó a sonar «War Pigs» de Black Sabbath. Siempre resulta un detalle curioso la forma en que los grupos deciden salir al escenario. Todavía recuerdo esos conciertos de In Flames con «Soul Bossa Nova» de Quincy Jones And His Orchestra hace más de diez años o, más recientemente, los conciertos de Iron Maiden y Twisted Sister en el Sonisphere. Igualmente curioso es que después de la canción de introducción el hilo musical marcase el verdadero inicio del concierto con «Battle Hymn».

Y, tras esta doble introducción, salieron los cabeza de cartel, disparando con «Rapid Fire». Un recinto con las localidades agotadas y el espacio reservado en las gradas ensanchado para acomodar con algo más de holgura a los asistentes se puso en pie para recibir la descarga de sonido y luces que el grupo traía preparada. Un escenario con elementos reminiscentes de una fundición se iluminó mientras láseres dibujaban patrones en el aire de La Cubierta. Junto con los efectos pirotécnicos, el concierto fue también un auténtico espectáculo visual. Una buena presentación, diría yo, digna de auténticos «Metal Gods».

Al igual que en los conciertos anteriores, el volumen estaba a unos niveles algo excesivos. Puede que ese día estuviese algo más susceptible pero por lo general creo que el sonido hubiese salido beneficiado con una mezcla algo más comedida y equilibrada. Los bombos de la batería retumbaban, mientras que el sonido del bajo apenas se podía percibir en los extremos más graves del espectro. Las guitarras no tenían la definición que temas como «Heading Out The Highway» requieren para percibir algo más que los acordes, mientras que la voz de Halford sólo destacaba en los registros más agudos. Quizás «Judas Rising» o «Starbreaker», canciones con un ataque más directo, puedan disfrutarse plenamente a pesar de estas deficiencias, pero cuando se llega a «Victim of Changes» hace falta algo más de sutileza en el sonido para hacer justicia a la dinámica del tema. Con todo, esto no deja de ser mi opinión.

Después de «Never Satisfied» llegó uno de los momentos que más me gustaron de la noche. Sobre el escenario aparece una guitarra acústica y yo pienso que van a tocar cierto tema del «Stained Class». Sin embargo, presentan y empiezan con «Diamonds and Rust», la versión de la canción de Joan Baez. Richie Faulkner, el sustituto en tareas a la guitarra y atuendo de K.K. Downing, acompaña a la guitarra a un Rob Halford que, sin necesidad de estridencias, borda una interpretación elegante e intensa. Sin necesidad de sobreponerse a un enorme barullo sónico, los músicos dejan ver la técnica y el gusto por los que están en el lugar ocupan. Incluso cuando la versión vuelve al galope al ritmo e interpretación del «Sin After Sin» el sonido parece haberse moderado ligeramente. Tengo que buscar si tienen alguna grabación buena de esta versión semi-acústica, porque me pareció estupenda.

Lo cierto es que el repertorio de este concierto me gustó más que el anterior en el que estuve. Nostradamus nunca ha sido uno de mis discos favoritos (incluso cuando sonaron «Dawn of creation» y «Prophecy» no puedo decir que me emocionasen) y en la última gira era lo que venían a presentar. En esta ocasión pudieron recrearse en más clásicos como «Night Crawler», «Turbo Lover» o «Beyond the Realms of Death».

A estas alturas tengo que hacer un parón. No sé a qué se debería pero tuve la primera «pájara» en un concierto (¿la edad?, ¿el calor?, ¿la falta de hidratación?, ¿todas las anteriores?, ¿ninguna de las anteriores?). Así que tuve que sentarme sobre la arena de La Cubierta para no caer redondo. Aquí sí que es cuando tengo que agradecer a Edu y sobre todo a Isra y Esther, que me procuraron algo de agua y hielo para que me repusiera mientras les daba un susto que les fastidió «The Sentiel» y «Blood Red Skies». Cuando llegó el turno de «The Green Manalishi (With the Two Pronged Crown)» estaba algo mejor pero apenas pude disfrutar de «Breaking the Law», cantado integramente por el público, y tuve que hacer una escapada a la barra durante «Painkiller» para comprar algo más de agua y hielo.

Y es una pena que me quedase tocado, porque el final fue de traca. Más llamaradas y láseres en el escenario, la moto de Halford, la gente disfrutando y temas que no podían faltar como «The Hellion» y «Electric Eye», «Hell Bent for Leather» o «You’ve Got Another Thing Comin'». Halford tuvo algunas palabras durante el concierto pero hacia el final se volvió a extender, como en ocasiones anteriores, con lo más parecido a una pequeña clase de canto que se puede tener en un concierto jebi. Una última retirada en falso y, muy pasada la medianoche, «Living After Midnight» cerró una gran actuación.

Y con esto nos fuimos corriendo para el tren, intenté disculparme ante Isra y Esther por la mala jugada y nos volvimos cada uno a nuestra casa en los últimos trenes del Metro, hasta que nos volvamos a ver.

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No sé hasta que punto compensó la opción de tener un único escenario. Entiendo que tener dos escenarios, como el año pasado, conlleva un coste mayor y requiere un mayor esfuerzo para la organización. Sin embargo, teniendo un escenario el esfuerzo se trasladó a los encargados de preparar cada concierto con un tiempo bastante limitado. Con un horario tan acotado es justo reconocer la labor de los trabajadores para que los sucesivos grupos pudiesen al menos salir a tocar, aunque en muchos casos las condiciones del sonido no fuesen las mejores.

Todos los conciertos que había visto habían empezado aproximadamente a su hora pero retirar los bártulos de los cabezas de cartel llevó más tiempo del previsto. Ahí es donde se rompió el ritmo del festival y, con una espera más larga de lo prevista, hubo gente que optó por retirarse. Mientras tanto, el sonido de la carpa llegaba hasta la zona de los conciertos, algo que por desgracia se pudo apreciar también durante algunas actuaciones.

Lo siento por los que se fuesen, porque el espectáculo de Twisted Sister mereció la pena. Al igual que para sus precursores, el comienzo del concierto se anunciaba a través del hilo musical, en este caso con «It’s a Long Way to the Top (If You Wanna Rock ‘n’ Roll)». En el escenario sólo se podía ver el equipo de los músicos y una sábana gigante con el logo del grupo cuando estos salieron por fin. Desde que empezó a sonar «What You Don’t Know (Sure Can Hurt You)» dejaron claro que, a pesar de unas pintas algo más conservadoras, siguen siendo los mismos macarras que eran en sus tiempos mozos. Y es que, como dice su canción «The Kids are Back» y quisieron hacerse notar.

A pesar de su posición delicada en el horario del festival los de Nueva York no se achantaron, mostraron su voracidad con «Stay Hungry» y demostraron que estaban dispuestos a derribar a sus «competidores» en el cartel con grandes interpretaciones de temas como «Shoot ‘em Down». Todo ello a pesar de varios problemas con el sonido, especialmente en los monitores de Dee Snider, aunque desde yo lo oí sonó todo muy bien. El cantante llegó a apartar de una patada uno de los monitores y se retiró tras los amplificadores en más de una ocasión para dar indicaciones y también para echarse algo en el pelo. Y es que, por muchas dificultades que haya, «You Can’t Stop Rock ‘n’ Roll».

El grupo tuvo una gran actitud y presencia en el escenario. A pesar de no ser ningunos chavalines dieron un buen espectáculo, especialmente Mendoza y Snider. A medida que avanzaba el concierto las presentaciones de temas como «The Fire Still Burns» se hacían más largas y eran siempre acompañadas de aplausos. Claro que, como era de suponer, uno de los temas mejor recibidos fue «We’re Not Gonna Take It», coreado de principio a fin, con la invitación de Snider (y la colaboración de Eddie Ojeda) de cantar la «versión» castellana, «Huevos con Aceite». Aquello fue apoteósico.

Como decía, el cantante fue bastante comunicativo, marcándose algún que otro pequeño discurso como el que montó contra programas de tipo Idol (el modelo anglosajón para Operación Triunfo y similares), criticando como chavales con unas semanas de «duro trabajo» (dicho con mucha sorna) agradecían a sus «fans» el apoyo, en contraposición a grupos como Twisted Sister, que mantenían a sus miembros originales (puso otros ejemplos, metiendo la gamba con Iron Maiden entre otros), con décadas de carrera. Habló de cómo los seguidores españoles eran una de las razones por las que el Sonisphere sería uno de los 15 conciertos que darían en el año. Los aplausos del público debieron complacerle.

El concierto siguió con «The Price», para el que el cantante pidió que se sacasen a relucir las luces de los móviles. Antes de empezar el siguiente tema el escenario se quedó a oscuras y cuando se volvió a ver algo un único foco rojo iluminaba la cara de Dee Snider en contrapicado. Esta entrada para «Burn In Hell» fue lo más elaborado a nivel de luces que se vería en su concierto, cosa que a mí me gustó bastante. Con todos los miembros del grupo bien visibles en todo momento se llegó a «I Wanna Rock», con el coro cambiado hacia el final por el cantante por «I Wanna Fuck» para los que les gustase más darle una alegría al cuerpo que roquear. Snider se lo pasaba de lo lindo, diciendo que a ellos también les gustaba e hizo la gracia de empezar a desabrocharse el cinturón. Habría sido un gran final del concierto pero al poco de retirarse los músicos empezó a sonar la introducción de «Come Out and Play», que tocaron antes de terminar de verdad con «S.M.F.», no sin haberse llevado alguna instantánea desde el escenario para ilustrar en casa a lo que se refieren cuando hablan de los públicos europeos.

Un gran concierto que me dejó tan animado que me atreví a quedarme para ver a Uriah Heep. No puedo ir más allá de decir que se me hizo muy agradable y que disfruté de temas como «Return to Fantasy», «Look at Yourself» o «Easy Living» (habría sido una pasada escuchar «The Wizard»), y que a pesar del cansancio acumulado el concierto se me hizo bastante corto. Lo cierto es que ya estaba muy cansado y en cuanto se despidieron yo hice lo propio y me fui a casa.

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Tras haber descansado lo suficiente volví para llegar poco más o menos al final del concierto, donde me reuní con Emilitros y María, quienes hicieron la espera y el resto de la jornada mucho más agradable.

Por fin llegó el momento de Iron Maiden. El Sol ya no molestaba y era evidente que mucha gente había venido ex profeso a ver este concierto. A pesar de no estar cerca del escenario no había mucho hueco para moverse. No es que fuese agobiante pero sí era molesto cada vez que alguien tenía que moverse a otro lugar y hacía que los demás nos tuviesemos que apartar. Pero bueno, era de esperar.

Sobre el escenario se habían colocado varias estructuras tapadas con sábanas negras. De fondo empezó a sonar la versión de «Doctor, Doctor» como hilo musical y, al terminar, se retiraron las sábanas y se pudo ver lo que parecía la entrada a una base espacial. En el fondo se desplegó una sábana decorada con un motivo espacial como el del último disco y empezó a sonar «Satellite 15… The Final Frontier». La reacción del público fue inmediata, aplaudiendo y cantando.

Lo primero que tengo que decir es que los temas del último disco funcionan en directo, al menos los que tocaron. Ya había dicho que sus últimos trabajos no son de mis favoritos pero en concierto suenan muy bien. En particular me gustó como sonó «El Dorado», que no me había llamado la atención antes. Probablemente sea tanto por el entusiasmo del público (creo que todo el mundo cantó en todas las canciones del repertorio) como por el sonido que tenían. Claro que colaron «2 Minutes to Midnight» antes de seguir con «The Talisman» y «Coming Home» para aportar un poco de variedad.

Antes de seguir y hablando de sonido, me llama la atención que hasta en esto se hace notar que Steve Harris es el jefe. Con tres guitarras a su lado su bajo se oía bien definido y en muchas ocasiones mejor que a los demás. Me encantó el volumen de toda la batería, que se oía bien sin retumbar el bombo. Y todo esto dejando hueco para la voz de Dickinson. No voy a decir que fuese perfecto (las guitarras se perdieron un poquito) pero sí que me gustó como sonó.

Pero sin duda lo más trabajado, aparte de la música, fue la presentación. Si bien el montaje era más elaborado que el de cualquiera de los demás grupos tampoco es que fuese algo excesivo y no coartaba los movimientos de los músicos. Y aunque Steve Harris no duda en tomar con su bajo la posición central sobre el escenario son los brincos de Janick Gers los que llaman la atención. Sus aspavientos eran tales que me pregunté más de una vez cuántas guitarras se carga al año con sus cabriolas. En comparación, Adrian Smith y Dave Murray parecían estar parados. De fondo, Nicko McBrain saludaba al público a través de las cámaras alrededor de su batería.

Bruce Dickinson es un punto y aparte. Puede que alguno vea en la actuación de Iron Maiden como grupo y de Dickinson en particular un espectáculo demasiado estudiado. Sea o no el caso, yo creo que lo hacen a la perfección. Cuando termina de sonar «Dance of Death » y empieza «The Trooper» gran parte de la ovación se debe a toda la actividad del cantante sobre el escenario junto con una buena presentación: uniforme de soldado y banderas del Reino Unido (la primera se rompió) ondeado delante de una sábana gigante con Eddie como «The Trooper». Hablando de banderas, Dickinson reconoció más de una entre el público y saludo a las personas que habían venido de fuera a verles.

Hubo varios cambios de sábana gigante trasera, como cuando comenzó a sonar «The Wicker Man». Del mismo disco que esta canción tocaron «Blood Brothers», con buen acompañamiento del público, antes de pasar por última vez por su último disco con «When the Wild Wind Blows». Este tema es de los que sí se me había quedado al escuchar el disco y en directo me gusto por igual. Claro que no puede competir con «The Evil That Men Do» si al grupo le acompaña/ataca entre tanto un Eddie de unos tres metros de alto, equipado con cámaras en su cabeza que retransmitían a las pantallas gigantes a los laterales del escenario y que llegó a estar armado con una guitarra hacia el final de su aparición.

Y, ¿cómo se supera eso?, preguntaréis inquietos. Pues fácilmente, os diría la Dama de Hierro: tocando «Fear of the Dark» y «Iron Maiden» y sacando con esta última una cabeza gigante de Eddie tras el escenario. Aparte de girar a uno y otro lado, la cabeza también podía abrir y cerrar su gran boca y unos dedos gigantes se movían sobre la plataforma más elevada del escenario. En directo resulta bastante más espectacular que viéndolo en una pantalla (o leyéndolo).

Si el grupo se hubiese retirado definitivamente ya habría sido un buen concierto pero sólo desaparecieron unos instantes para volver a salir y tocar «The Number of the Beast». Por eso de seguir dando espectáculo, esta vez fue un demonio animatrónico el que decoró la parte trasera del escenario. La voz de Dickinson mantuvo bien el nivel a lo largo de todo el concierto y cuando llegaron a «Hallowed Be Thy Name» demostró que tiene cuerda (vocal, badumchass) para rato.

Por desgracia, la actuación tenía que terminar, no sin que antes tocasen «Running Free», se presentasen e invitasen al público a corear por última vez hasta la próxima ocasión.

Mientras el hilo musical con «Always Look on the Bright Side of Life» [03m19s] competía con lo que se oía de la carpa de los pinchadiscos nos sentamos a esperar al siguiente grupo.

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Habiendo visto que el día iba a estar igual de despejado que el anterior, si acaso con algo más de calor, después de aparcar el coche volví a embadurnarme de protector solar y me dirigí al recinto del evento. A lo lejos se oía la actuación de Hammerfall (tiene su cosa que se oiga casi mejor la música desde fuera del parque del festival) y hasta que llegué y encontré un hueco donde no molestaba pude escuchar algún tema, que tampoco estuvo mal para pasar el rato.

El Sol pegaba fuerte cuando Mastodon subió al escenario. Habiéndoles visto únicamente una vez y de espaldas como teloneros de Metallica me apetecía ver un concierto suyo apropiadamente. Sin embargo, las condiciones meteorológicas no creo que fuesen las más propicias. Al calor se unía un viento que traía consigo más polvo en el aire y distorsionaba el sonido. A pesar de las condiciones yo diría que lo hicieron bastante bien, llevados sobre todo por la energía de Troy Sanders. Desde que comenzó a sonar «Iron Tusk» fue el más activo y el que parecía estar más metido en la actuación. Y hablando de temas, el repertorio sí que me sorprendió un poco. Me lo esperaba más orientado hacia el último trabajo pero casi para empezar tocaron tres canciones del «Remission» seguidas, «March Of the Fire Ants», «Where Strides The Behemoth» y «Mother Puncher», y después saltaron a «Circle of Cysquatch».

Los dos guitarristas estuvieron un poco parados (¿demasiado calor quizás?) pero no puedo decir que fuese una mala actuación por su parte. El que sí tuvo que pasarlo algo mal fue Brann Dailor, por todo lo que debió requerir el repertorio elegido con la temperatura ambiente. No me quiero imaginar lo que tiene que costar tocar «Aqua Dementia» con ese calor y espero que al menos estuviese bien ventilado. Hablando de viento, el sonido podría haberse mejorado un poco, en particular afinando un poco la distorsión de las guitarras («Crack The Skye», la única en el repertorio de su último disco de estudio hasta la fecha, me sonó sucia, áspera, poco definida), pero reconozco la complicación de equilibrar adecuadamente todos los elementos de la mezcla en un festival al aire libre y más aún cuando hace algo de viento. De todas formas no puedo decir que el sonido les perjudicase en exceso, ya que sonaron bastante contundentes. Me parece también que eligieron más de un tema teniendo en cuenta el contexto, como «Crystal Skull», aunque me despistaron un poco con «Bladecatcher» tocada antes de «Colony of Birchmen».

Acabaron el concierto con «Megalodon» y, por supuesto, «Blood and Thunder». Las sensaciones no fueron malas en conjunto pero me da la impresión que deben ganar puntos en salas o, al menos, en algún sitio algo más recogido y fresco. Ya que en unos meses habrá nuevo disco quizás se de la posibilidad más pronto que tarde de comprobarlo.

Apocalyptica es un grupo cuyo directo me despertaba cierta curiosidad. No les había visto nunca y desde hace años la gente me venía diciendo «es como un karaoke de metal». Ahora entiendo lo que querían decir y me uno a la descripción. Es verdad que tienen temas propios (véanse los temas que abrieron su recital, «2010» y «Grace»), para alguno de los cuales requirieron a un cantante junto a ellos, pero fue evidente que las mayores reacciones se produjeron cuando sonaron temas como «Master of Puppets».

Sin embargo no pretendo quitarles ningún mérito. Con tres violoncellos y una batería sobre el escenario realizaron una actuación tan intensa y válida como la de sus compañeros de cartel. Y el cantante, Tipe Johnson de los Leningrad Cowboys, realizó un buen trabajo con canciones como «End Of Me» o «I’m Not Jesus». Además tuvo la ventaja de ser quizás el único que no sufrió algún problema con el sonido. Al principio Paavo Lötjönen tuvo problemas con el micrófono de su violonchelo, mientras que los de sus compañeros se perdían un poco bajo el sonido de la batería, algo que se fue arreglando a medida que avanzaba el concierto. Hablando de ventajas, el cantante también tuvo al oportunidad de retirarse del escenario y resguardarse, mientras que sus compañeros finlandeses tenían que tocar al sol.

Con el cantante fuera de escena, el público se encargó de cantar temas como «Nothing Else Matters» y «Seek & Destroy» de Metallica o corear la «Inquisition Symphony» de Sepultura. Tras tocar otro de sus temas originales, «I Don’t Care», y hacer las presentaciones de los miembros del grupo, el concierto terminó con su interpretación de «In the hall of the Mountain King», tras la que recibieron un merecido aplauso y se retiraron. Si les vuelvo a ver compartiendo cartel con algún grupo más que me pueda interesar iré a verles sin duda alguna.

Con el calor que estaba haciendo y vista mi experiencia anterior con Dream Theater, hubiese hecho falta algo más que la incorporación de Mike Mangini como sustituto de Mike Portnoy para que me quedase. Puede que otros aguanten las jornadas enteras del festival pero yo soy un enclenque. Repetí la jugada del día anterior, sólo que esta vez me fuí al coche para echarme un rato. Al igual que a la llegada, a un kilómetro del escenario en línea recta (más o menos) pude escuchar suficientemente bien la mayor parte del concierto. De todas maneras no comentaré porque tampoco presté mucha atención.