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Seis años atrás dejaba un apunte sobre las fotografías NSFW de Jeremy Saffer de mujeres desnudas maquilladas con corpse paint, temática que ya por aquel entonces venía retratando durante una temporada. Ahora me topo con que parece que el hombre no solo continuó con esa actividad, sino que ha podido recopilar estos trabajos en un libro titulado Daughters of Darkness:

Daughters of Darkness es una colección de retratos artísticos de mujeres con corpse paint. Un guiño a las portadas del black metal y el doom, Daughters of Darkness ha sido fotografiado a lo largo de más de 10 años, con más de 400 modelos de todo el mundo, casi todas de las cuales se maquillaron ellas mismas y son aficionadas al black metal. Daughters of Darkness contiene [fotografías de] varias personas famosas, actrices, músicas y modelos (algunas amparándose en el anonimato que les brinda el maquillate), todas llevando únicamente corpse paint para este libro […]

Los que estén interesados disponen de cuatro lotes distintos, con precio de $60, $100, $150 y $666.

Al ver la portada de la mujer manchada de «sangre» lo primero que me ha venido a la cabeza es el vídeo de «Beauty Through Order» de Slayer [] con Esmé Bianco, y lo incómodo que tiene que ser ponerse, llevar puesto y quitarse esos potingues.

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El posado en el que Kylie Minogue se ve tapada únicamente por una guitarra me llevó encontrar una lista parcial en la Wikipedia de vídeos musicales con desnudos de la que me llamó la atención esta aportación del usuario JanzenZane en mayo de 2014 (traducción, negrita y énfasis mías):

Año: 1985.
Tema: «Slave to the Rhythm».
Artista: Grace Jones.
Director: Jean-Paul Goude.
Persona(s) desnuda(s): Grace Jones con un actor varón.
Descripción del desnudo: Desnudez frontal, con fines artísticos.

Como referencia, apunta al vídeo en cuestión [04m47s].

A mi juicio, la mayor parte de veces se confunde entretenimiento con arte, sobre todo por muchos «artistas». Quizás sea que tengan inseguridad, un complejo de inferioridad. Quizás sientan que deben justificar como expresión artística lo que hacen para entretenerse y entretener a los demás, como si hubiera algo de malo en ello o no fuera suficientemente sublime per se. O quizás yo esté completamente equivocado, proyectando mi forma de ver las cosas sobre algo que me es totalmente ajeno.

Sea como fuere, teniendo en cuenta que un anuncio tiene una finalidad principal que no es artística, por muy creativo que sea, y que el vídeo anterior incluye metraje de un anuncio de Grace Jones para Citröen, me cuesta compartir el punto de vista de los «fines artísticos».

La trayectoria de los dos responsables del vídeo, la cantante y el director, está ligada al consumo y al entretenimiento: una como modelo para vender ropa y después como cantante pop, otro como nombre reconocido en el mundo de la publicidad. Sin hacer de menos los méritos de ninguno de ellos, en el caso de este último es más fácil reconocerle por cierto trabajo de promoción de una celebrity similar a un trabajo suyo anterior:

«Carolina Beaumont, New York, 1976», Jean-Paul Goude.

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Pues esto no me lo esperaba.

Veía la semana pasada la reseña en Hacker News que apuntaba al artículo del L.A. Times que se hacía eco de la noticia:

[…] un jurado de Los Ángeles otorgó el martes casi $7,4 millones a los herederos de Marvin Gaye, tras un juicio de dos semanas sobre si el éxito de 2013 de [Robin] Thicke «Blurred Lines» era un homenaje o constituía una infracción de los derechos de autor de la canción de 1977 de [Marvin] Gaye «Got to Give It Up.»

Como señalan en hypebot este proceso ha servido para conocer el beneficio que puede generar hoy en día uno de estos éxitos musicales. Aparte de eso, ya dije en su momento lo que opinaba de este asunto así que no me voy a repetir. Lo que sí haré será poner la otra captura del vídeo del tema de marras que no usé en su momento:

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Que ya lo dijo Bunbury [04m36s].

Chistes aparte, en septiembre de 2013 iba a hacer una pequeña nota sobre el juicio sobre «Blurred Lines» pero, sinceramente, me dio pereza. Pero, ya que esta semana he mencionado la etiqueta NSFW y, dado que también está en la lista que mencionaba en la entrada sobre el vídeo de «Bicycle Race» de Queen, voy a retomarlo. Para las personas que no hayan visto el vídeo, la relación con los contenidos citados tiene los nombres de Jessi M’Bengue, Elle Evans y Emily Ratajkowski:

Ni el vídeo ni el tema me parecen llamativos. Como ya dije en su momento, el vídeo usa un recurso trillado pero efectivo aunque, en este caso y desde mi punto de vista, más que resultar provocador parece una excusa un tanto inmadura para sacar a mujeres con el torso descubierto (igual que he hecho yo). Cualquiera que esté leyendo estas líneas puede ver personas desnudas en un par de clicks y no necesita ningún pretexto para ello, sólo tiene que apetecerle.

La canción tampoco me dice nada especial. Sí, tiene un aire a «Got to Give It Up» de Marvin Gaye y, en ese sentido, se puede decir que es poco original pero no es un plagio. No es la misma canción, ni tiene las mismas letras ni la misma progresión de acordes.

Entiendo que lograr el equilibrio entre la protección y libertad del trabajo creativo es complicado. Sin embargo, hace tiempo que tengo claro que bajo el escudo de la propiedad intelectual a veces se defienden conceptos ridículos. Si ya me parece abusivo que alguien pretenda proclamarse «dueño» de una progresión de tres o cuatro acordes, más aún lo es que se de legitimidad a la reclamación de propiedad sobre todo lo que resulte evocativo de un tema.

Los señores Williams y Thicke no son Marvin Gaye. Sería criminal si se anunciasen a sí mismos o vendiensen algo bajo el nombre de Marvin Gaye. Sería ilegítimo que tocasen «Got to Give It Up» diciendo que ellos son Marvin Gaye. No veo delito en que hagan, bajo sus nombres, una canción que recuerda a otra de Marvin Gaye. Es más, aunque no es el caso, me costaría encontrar argumentos racionales para prohibir que tocaran exactamente «Got to Give It Up» mientras no se identificaran como Marvin Gaye porque, por definición, no sería «Got to Give It Up» de Marvin Gaye. Es exactamente lo que hacen los grupos de tributo y, por lo general, más que perjudicar al homenajeado lo hacen más popular.

Todo este asunto es absurdo, una oportunidad vista por sanguijuelas codiciosas en una canción cuyo mayor delito es ser poco original (y tener una letra muy cuestionable). Y ya me he quedado agusto.