.

Como decía el otro día, cuarta vez que veo a Eric Sardinas en concierto y, sinceramente, no puedo decir que me canse. Tanto el guitarrista comos sus acompañantes saben cómo hacer que hora y media pase volando. Podría quejarme del desfase entre la hora anunciada por la sala (21:30) y la del comienzo del concierto, anunciada en los tickets (22:30), pero aparentemente fue algo accidental. Claro que, para ir sobre seguro me planté a la entrada de la La Boité a las nueve y media en punto, encontrándome con una fila mayor de lo que esperaba. La entrada fue lenta pero organizada y, por lo menos, me permitió saludar a lo lejos al señor Sardinas.

Una vez dentro procuré colocarme en un sitio cómodo, en vista de que me tocaría esperar un buen rato. La sala no está mal y me coloqué más o menos frente al escenario, con una barra detrás de mí para intentar no molestar a nadie. No sé como se vería desde otros sitios pero desde donde yo estaba no había mala vista. Sobre las 22:30 la sala estaba llena hasta donde yo podía ver, con lo que la salida de Eric Sardinas & Big Motor fue bien recibida.

Lo primero que noté es que a la batería se encontraba un caballero que posteriormente identificarían como Bernie Pershey, mientras que al bajo seguía estando Levell Price, o «my brother from another mother», como lo presentó Eric. Pero eso no llegaría hasta más tarde.

Al poco momento de salir el grupo a escena ya estábamos disfrutando del virtuosismo de Eric sobre la solidez de sus acompañantes. Me encantó que las luces se centrasen en lo que ocurría en el escenario y no se dedicasen a hacer demasiadas virguerías. Por otro lado, el sonido no era malo, aunque desde donde yo estaba hubiese bajado un pelín más los bajos de la batería y subido el volumen del micrófono. No estuvo mal medido del todo, teniendo en cuenta la sala y que con tres instrumentos la mezcla no sonaba nada hueca, pero podría haber sido mejor. Además, les costó encontrar un punto de equilibrio.

De hecho, cuando llegaron a «I Can’t Be Satisfied», una de mis canciones favoritas y la tercera del repertorio, todavía parecían estar ajustando algunos detalles con el sonido. Claro que se entiende que les costase ajustar bien el sonido, con todos los cambios de volumen y amplificación/acústico que hacen durante la actuación. Sin ir más lejos, el siguiente tema fue un blues acústico que hizo que la sala callase, antes de volver a estallar con «Down To Whiskey». Para este tema la colaboración del público fue algo escasa pero a Sardinas y cía. no les alteró especialmente.

Eché un poco de menos el repertorio más clásico pero todavía estaban presentando «Eric Sardinas and Big Motor» como su «nuevo disco». Claro que tampoco me desagradó escuchar temas como «This Time» y, con todas las improvisaciones que hubo, los temas eran casi lo de menos. Un ejemplo es el sólo de bajo y batería que se marcaron precisamente después de esa canción. Además, antes de que pudiese darme cuenta ya estaban enfilando el final del concierto con un clásico, «Texola».

A pesar de que la sala está bien y de mi preferencia por los locales «pequeños» frente a los conciertos multitudinarios, al guitarrista le faltaba algo de escenario. Es un interprete que expresa con todo su cuerpo lo que intenta transmitir con su música, de la cara a los pies, y tener poco espacio para moverse limita un poco esa forma de expresarse. Con todo, no parecía estar incómodo sobre el escenario y es capaz de llamar la atención de todas maneras con su forma de tocar.

Y de los acompañantes podría decir lo mismo. A Price ya le había visto y sabía que no tendría problemas siguiendo el ritmo de Sardinas, y Pershey estuvo a la altura de las circunstancias. Que yo me diese cuenta, no le pillé en ningún renuncio y parecía bastante contento con el trabajo que tenía que realizar. Ambos músicos estuvieron en todo momento comunicativos y sonrientes, lo que hizo el concierto tanto más agradable.

El final del concierto tuvo «trampa»: tocaron dos versiones con las que resulta imposible irse con mala cara. La primera fue «As The Crow Flies», que yo atribuía a Rory Gallagher pero que, como Eric puntualizó, es obra original de Tony Joe White. La segunda tuvo que esperar a que el grupo volviese a salir, tras una despedida en falso. En esta ocasión el público estuvo más colaborador pero claro, se trataba ni más ni menos que de «Roadhouse Blues». Gran final para un gran concierto.

Aunque se dijo que los músicos saldrían más tarde yo tuve que irme rápidamente si quería dormir algo antes del siguiente día de trabajo. A ver si la próxima vez me lo puedo tomar con más calma.

Poco más puedo decir. Probablemente haya repetido más de una observación de las crónicas anteriores y, si es el caso, estoy seguro que habrá sido sobre algo bueno.

.
Eric Sardinas-Rockpalast-2008-01-I Can't Be Satisfied []

Cuarta vez que veo a este hombre en concierto y espero que haya una quinta. La crónica dentro de unos días.