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Pues esto no me lo esperaba.

Veía la semana pasada la reseña en Hacker News que apuntaba al artículo del L.A. Times que se hacía eco de la noticia:

[…] un jurado de Los Ángeles otorgó el martes casi $7,4 millones a los herederos de Marvin Gaye, tras un juicio de dos semanas sobre si el éxito de 2013 de [Robin] Thicke «Blurred Lines» era un homenaje o constituía una infracción de los derechos de autor de la canción de 1977 de [Marvin] Gaye «Got to Give It Up.»

Como señalan en hypebot este proceso ha servido para conocer el beneficio que puede generar hoy en día uno de estos éxitos musicales. Aparte de eso, ya dije en su momento lo que opinaba de este asunto así que no me voy a repetir. Lo que sí haré será poner la otra captura del vídeo del tema de marras que no usé en su momento:

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Que ya lo dijo Bunbury [04m36s].

Chistes aparte, en septiembre de 2013 iba a hacer una pequeña nota sobre el juicio sobre «Blurred Lines» pero, sinceramente, me dio pereza. Pero, ya que esta semana he mencionado la etiqueta NSFW y, dado que también está en la lista que mencionaba en la entrada sobre el vídeo de «Bicycle Race» de Queen, voy a retomarlo. Para las personas que no hayan visto el vídeo, la relación con los contenidos citados tiene los nombres de Jessi M’Bengue, Elle Evans y Emily Ratajkowski:

Ni el vídeo ni el tema me parecen llamativos. Como ya dije en su momento, el vídeo usa un recurso trillado pero efectivo aunque, en este caso y desde mi punto de vista, más que resultar provocador parece una excusa un tanto inmadura para sacar a mujeres con el torso descubierto (igual que he hecho yo). Cualquiera que esté leyendo estas líneas puede ver personas desnudas en un par de clicks y no necesita ningún pretexto para ello, sólo tiene que apetecerle.

La canción tampoco me dice nada especial. Sí, tiene un aire a «Got to Give It Up» de Marvin Gaye y, en ese sentido, se puede decir que es poco original pero no es un plagio. No es la misma canción, ni tiene las mismas letras ni la misma progresión de acordes.

Entiendo que lograr el equilibrio entre la protección y libertad del trabajo creativo es complicado. Sin embargo, hace tiempo que tengo claro que bajo el escudo de la propiedad intelectual a veces se defienden conceptos ridículos. Si ya me parece abusivo que alguien pretenda proclamarse «dueño» de una progresión de tres o cuatro acordes, más aún lo es que se de legitimidad a la reclamación de propiedad sobre todo lo que resulte evocativo de un tema.

Los señores Williams y Thicke no son Marvin Gaye. Sería criminal si se anunciasen a sí mismos o vendiensen algo bajo el nombre de Marvin Gaye. Sería ilegítimo que tocasen «Got to Give It Up» diciendo que ellos son Marvin Gaye. No veo delito en que hagan, bajo sus nombres, una canción que recuerda a otra de Marvin Gaye. Es más, aunque no es el caso, me costaría encontrar argumentos racionales para prohibir que tocaran exactamente «Got to Give It Up» mientras no se identificaran como Marvin Gaye porque, por definición, no sería «Got to Give It Up» de Marvin Gaye. Es exactamente lo que hacen los grupos de tributo y, por lo general, más que perjudicar al homenajeado lo hacen más popular.

Todo este asunto es absurdo, una oportunidad vista por sanguijuelas codiciosas en una canción cuyo mayor delito es ser poco original (y tener una letra muy cuestionable). Y ya me he quedado agusto.