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En un auditorio de 464 asientos completamente vacío, el holandés Win Janssen empieza a tocar la viola «Stauffer» de Girolamo Amati de 1615. No se trata de una composición musical, si no de una serie de notas y transiciones que están siendo registradas por un batallón de micrófonos. En otra sala insonorizada, varios equipos supervisados por tres ingenieros reciben las señales.

Todo forma parte del Stradivarius Sound Bank, un proyecto para intentar preservar el sonido de varios instrumentos históricos. Además de la viola mencionada, está el chelo «Stauffer» de 1700 y el violín «Vesuvius» de 1727, ambos de Antonio Stradivari, y el violín «Prince Doria» de Guarneri del Gesù de 1734.

Como describen en The New York Times, el trabajo de insonorización se extiende al entorno del Museo del Violino de Cremona, en cuyo Auditorium Giovanni Arvedi se realizan las grabaciones. En el propio auditorio se han quitado todas las bombillas para evitar el leve zumbido eléctrico que producen y que contaminaría la grabación.

Gabriele Schiavi, de 31 años, tocando en el Auditorium Giovanni Arvedi del Museo del Violino en Cremona, para el Stradivarius Sound Bank. Fotografía de Isabella de Maddalena/The New York Times

El trabajo de grabación continuará a lo largo de varias semanas, en jornadas de ocho horas, seis días a la semana.

Me encanta la ingeniería aplicada en este proyecto, que contrasta con las carencias conceptuales y formales del «análisis» de la aplicación del número áureo en la construcción de los Stradivarius que señalé hace una temporada.