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Para celebrar que la cerveza Trooper ha sobrepasado la barrera de los 10 millones de pintas en poco más de dos años, desde ayer está disponible la edición limitada Trooper 666:

La noticia no es reciente. De hecho lo publicaban a mediados de Julio en la página dedicada a este producto. Ambas versiones son elaboradas por la cervecera Robinsons, diferenciándose en la graduación: la normal tiene 4,7° y la Trooper 666 tiene 6,6°. El nombre también tiene su historia:

El afiniciado a las cervezas [Bruce] Dickinson [cantante de Iron Maiden] explica: “[…] A pesar de los puntos en común con nuestra canción ‘The Number of The Beast’, el nombre TROOPER 666 surgió como resultado de una detallada investigación del historiador Terry Brighton, quien ha mostrado que, de hecho, había 666 soldados que cabalgaron en la Carga de la Brigada ligera durante la Batalla de Balaclava en 1854, y no sólo los 600 del famoso poema de Tennyson.”

Brighton, autor de ‘Hell Riders: The Truth About the Charge of the Light Brigade’ asevera, “Se hizo en su momento un recuento nominal listando los soldados de cababllería presentes en Balaclava — y después usé otros registros contemporáneos de los heridos y muertos, tomados prisioneros, asignados a otros trabajos y demás, para probar quién sí y quién no cargó, ¡y sorprendentemente sumaron 666! Cabe destacar que uno de los extras fue el carnicero resacoso del regimiento, que cargo llevando su mono de carnicero en lugar de su uniforme y empuñando un hacha de carnicerp en lugar de un sable.”

Como me cuidan muy bien ya he podido disfrutar de la Trooper, así que cuando pueda procuraré probar esta variante.

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Con años de retraso, leo el artículo The First Computer Musician de R. Luke Dubois:

En 1957 un ingeniero de 30 años llamado Max Mathews consigió una computadora IBM 704 en los laboratorios Bell Telephone de Murray Hill, Nueva Jersey, para generar 17 segundos de música, que después grabó para la posteridad. Aunque no fue la primera persona en producir sonidos con una computadora, Max fue el primero en hacerlo con una combinación replicable de hardware y software que permitía al usuario especificar qué tonos quería oír. Esta pieza de música, llamada «The Silver Scale» y compuesta por un colega en los laboratorios Bell llamado Newman Guttman, no pretendía ser una obra maestra. Era una prueba de concepto, y puso los cimientos para un avance revolucionario en la música, un hecho cuyos ecos pueden sentirse en todas partes hoy en día.

El texto completo merece la pena ser leído y en la Wikipedia hay más datos de este ingeniero. Entre esto y la charla de Chris Wilson que vi el otro día uno podría sentirse motivado a hacer algo creativoy ver si realmente se tiene ese talento.

Max Mathews, 2011. Imagen vista en Wikimedia Commons.