.

Tendría que mirar entre los recibos para dar una fecha exacta pero yo diría que no hará mucho más de un año que por primera vez compré ropa de una o otra manera de mis gustos musicales. Desde entonces me he concedido algún que otro capricho, como el que señalaba ayer. Claro que es posible que mi fondo de armario aumentase considerablemente si se empezase a vender música con camisetas, como el caso que comentan en Sleevage de «The Ecstatic» de Mos Def:

The most notable thing about Mos Def’s fourth solo album is that it’s available as a t-shirt. He’s become the first artist to endorse The Original Music Tee™, a concept that’s pretty damn clever. Basically, you buy the t-shirt with the cover art on the front and the tracklist on the back and it comes with a hangtag featuring a unique code that allows you to download the album in MP3 format.

Vale. La camiseta no es, en sentido estricto, el soporte pero sí es el elemento de valor añadido a la música. Siempre intento que quede claro que para mí una cosa es la industria discográfica, compuesta por empresarios que venden plásticos en los que viene grabada la música, y los músicos en sí. Entre ambos hay una relación de dependencia que antes que podría desaparecer en favor de otras con industrias como la de los proveedores de servicios de Internet o, por qué no, la textil. Porque lo importante no es el medio:

The way that people go and consume and enjoy that music is not really our concern.

Esta cita está sacada de esta reseña sobre la posibilidad de incluir las ventas de videojuegos en las listas de ventas de música en la Gran Bretaña. No hace referencia al mismo tema pero creo que sí alude a la misma cuestión.

Ahora sólo hace falta que los aprovechados de los distintos sectores empiecen a pegarse por las pelas. Ah, no, espera, que eso ya empezó.