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Pues esto no me lo esperaba.

Veía la semana pasada la reseña en Hacker News que apuntaba al artículo del L.A. Times que se hacía eco de la noticia:

[…] un jurado de Los Ángeles otorgó el martes casi $7,4 millones a los herederos de Marvin Gaye, tras un juicio de dos semanas sobre si el éxito de 2013 de [Robin] Thicke «Blurred Lines» era un homenaje o constituía una infracción de los derechos de autor de la canción de 1977 de [Marvin] Gaye «Got to Give It Up.»

Como señalan en hypebot este proceso ha servido para conocer el beneficio que puede generar hoy en día uno de estos éxitos musicales. Aparte de eso, ya dije en su momento lo que opinaba de este asunto así que no me voy a repetir. Lo que sí haré será poner la otra captura del vídeo del tema de marras que no usé en su momento:

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El resumen: El bajista de Spirit demanda por plagio a Led Zeppelin por la introducción de ‘Stairway To Heaven’. A pesar de que en la reseña anterior no enlazan al artículo con el texto completo sí hacen un buen trabajo de destacar el único hecho contrastable y novedoso de esta historia. Sin embargo, es una lástima que no señalen al texto original porque en él hay un enlace a un pequeño juego donde se contrasta un motivo con el otro:

Lo único cierto en esta historia es que la similitud entre ambos se había señalado previamente y que un escenario donde Jimmy Page conociera el tema de Spirit de 1968 antes de componer “Stairway to Heaven” en 1970 resulta plausible, especialmente teniendo en cuenta que Led Zeppelin hicieron de teloneros para Spirit e incluso tocaban alguna de sus canciones en directo. La progresión y la instrumentación son similares pero me cuesta hablar de plagio en este caso, por razones muy parecidas a las que expuse sobre el caso de «Blurred Lines». Me parecen más legítimas otras reclamaciones, como la Ray Jackson sobre «Maggie May», pero habrá que ver cómo se resuelven estos asuntos.

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Que ya lo dijo Bunbury [04m36s].

Chistes aparte, en septiembre de 2013 iba a hacer una pequeña nota sobre el juicio sobre «Blurred Lines» pero, sinceramente, me dio pereza. Pero, ya que esta semana he mencionado la etiqueta NSFW y, dado que también está en la lista que mencionaba en la entrada sobre el vídeo de «Bicycle Race» de Queen, voy a retomarlo. Para las personas que no hayan visto el vídeo, la relación con los contenidos citados tiene los nombres de Jessi M’Bengue, Elle Evans y Emily Ratajkowski:

Ni el vídeo ni el tema me parecen llamativos. Como ya dije en su momento, el vídeo usa un recurso trillado pero efectivo aunque, en este caso y desde mi punto de vista, más que resultar provocador parece una excusa un tanto inmadura para sacar a mujeres con el torso descubierto (igual que he hecho yo). Cualquiera que esté leyendo estas líneas puede ver personas desnudas en un par de clicks y no necesita ningún pretexto para ello, sólo tiene que apetecerle.

La canción tampoco me dice nada especial. Sí, tiene un aire a «Got to Give It Up» de Marvin Gaye y, en ese sentido, se puede decir que es poco original pero no es un plagio. No es la misma canción, ni tiene las mismas letras ni la misma progresión de acordes.

Entiendo que lograr el equilibrio entre la protección y libertad del trabajo creativo es complicado. Sin embargo, hace tiempo que tengo claro que bajo el escudo de la propiedad intelectual a veces se defienden conceptos ridículos. Si ya me parece abusivo que alguien pretenda proclamarse «dueño» de una progresión de tres o cuatro acordes, más aún lo es que se de legitimidad a la reclamación de propiedad sobre todo lo que resulte evocativo de un tema.

Los señores Williams y Thicke no son Marvin Gaye. Sería criminal si se anunciasen a sí mismos o vendiensen algo bajo el nombre de Marvin Gaye. Sería ilegítimo que tocasen «Got to Give It Up» diciendo que ellos son Marvin Gaye. No veo delito en que hagan, bajo sus nombres, una canción que recuerda a otra de Marvin Gaye. Es más, aunque no es el caso, me costaría encontrar argumentos racionales para prohibir que tocaran exactamente «Got to Give It Up» mientras no se identificaran como Marvin Gaye porque, por definición, no sería «Got to Give It Up» de Marvin Gaye. Es exactamente lo que hacen los grupos de tributo y, por lo general, más que perjudicar al homenajeado lo hacen más popular.

Todo este asunto es absurdo, una oportunidad vista por sanguijuelas codiciosas en una canción cuyo mayor delito es ser poco original (y tener una letra muy cuestionable). Y ya me he quedado agusto.

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No tengo a The Metal Circus como una referencia habitual para artículos de opinión pero el titulado «La triste realidad de la venta de discos en España» da una perspectiva interesante, aunque no sorprendente, sobre la situación del mercado de discos.

Es evidente que el negocio discográfico ha mantenido la creación de música durante mucho tiempo y que el declive de este negocio presenta una serie de problemas que no se van a solucionar de la noche a la mañana. Pero tampoco deberíamos olvidar que «industria discográfica» e «industria musical» no son lo mismo.

Aunque haya gente que hace música por amor al arte —la actividad musical puede existir sin una «industria» a su alrededor— creo que sí es necesario algo que permita a los músicos desarrollar una actividad profesional. Lo que no veo imprescindible es que tengan que participar los mismos agentes ni mantener las mismas posiciones ni roles similares. Sí puedo imaginar un escenario similar al que ilustraban en The Oatmeal hace una temporada (pinchar para ver la tira):

Recuerdo una entrevista con Dick Dale [03m18s], al que tuve la suerte de ver en concierto hace unos años, en la que no pintaba un retrato muy favorecedor de los sellos discográficos, ni veía en la venta de discos algo más que un medio para ganar dinero, sin distinguirlo de la venta de camisetas. Si no nos preocupamos de los fabricantes de camisetas en la evolución del mundo de la música quizás debería empezar a dejar de importarnos otros comerciantes.

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Hace poco leí el artículo «24/192 Music Downloads are Very Silly Indeed«, que comienza de la siguiente manera:

Articles last month revealed that musician Neil Young and Apple’s Steve Jobs discussed offering digital music downloads of ‘uncompromised studio quality’. Much of the press and user commentary was particularly enthusiastic about the prospect of uncompressed 24 bit 192kHz downloads. 24/192 featured prominently in my own conversations with Mr. Young’s group several months ago.

Unfortunately, there is no point to distributing music in 24-bit/192kHz format. Its playback fidelity is slightly inferior to 16/44.1 or 16/48, and it takes up 6 times the space.

There are a few real problems with the audio quality and ‘experience’ of digitally distributed music today. 24/192 solves none of them. While everyone fixates on 24/192 as a magic bullet, we’re not going to see any actual improvement.

Aunque el artículo tiene ya unos años creo que merece la pena echarle un vistazo. En él, el autor desarrolla los fundamentos que apoyan estas aseveraciones de una manera, a mi entender, sólida y convincente. El texto tiene suficientes ejemplos y referencias para sustentar la opinión sintetizada al principio y permitir elaborar una propia, empezando por el principio.

Dibujo de un corte transversal de la cóclea y diagrama esquemático de la respuesta de los estereocilios.

Mi conclusión previa es que el formato de 24bit/192kHz tiene sus usos, con sus ventajas y sus inconvenientes. No por tener más bits o un mayor rango de frecuencia el sonido es mejor, especialmente en los casos de distribución y reproducción, donde incluso puede crear problemas adicionales. Con todo, tendría que valorar los argumentos a favor del formato y ver si tienen el mismo peso.