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No sé hasta que punto compensó la opción de tener un único escenario. Entiendo que tener dos escenarios, como el año pasado, conlleva un coste mayor y requiere un mayor esfuerzo para la organización. Sin embargo, teniendo un escenario el esfuerzo se trasladó a los encargados de preparar cada concierto con un tiempo bastante limitado. Con un horario tan acotado es justo reconocer la labor de los trabajadores para que los sucesivos grupos pudiesen al menos salir a tocar, aunque en muchos casos las condiciones del sonido no fuesen las mejores.

Todos los conciertos que había visto habían empezado aproximadamente a su hora pero retirar los bártulos de los cabezas de cartel llevó más tiempo del previsto. Ahí es donde se rompió el ritmo del festival y, con una espera más larga de lo prevista, hubo gente que optó por retirarse. Mientras tanto, el sonido de la carpa llegaba hasta la zona de los conciertos, algo que por desgracia se pudo apreciar también durante algunas actuaciones.

Lo siento por los que se fuesen, porque el espectáculo de Twisted Sister mereció la pena. Al igual que para sus precursores, el comienzo del concierto se anunciaba a través del hilo musical, en este caso con «It’s a Long Way to the Top (If You Wanna Rock ‘n’ Roll)». En el escenario sólo se podía ver el equipo de los músicos y una sábana gigante con el logo del grupo cuando estos salieron por fin. Desde que empezó a sonar «What You Don’t Know (Sure Can Hurt You)» dejaron claro que, a pesar de unas pintas algo más conservadoras, siguen siendo los mismos macarras que eran en sus tiempos mozos. Y es que, como dice su canción «The Kids are Back» y quisieron hacerse notar.

A pesar de su posición delicada en el horario del festival los de Nueva York no se achantaron, mostraron su voracidad con «Stay Hungry» y demostraron que estaban dispuestos a derribar a sus «competidores» en el cartel con grandes interpretaciones de temas como «Shoot ‘em Down». Todo ello a pesar de varios problemas con el sonido, especialmente en los monitores de Dee Snider, aunque desde yo lo oí sonó todo muy bien. El cantante llegó a apartar de una patada uno de los monitores y se retiró tras los amplificadores en más de una ocasión para dar indicaciones y también para echarse algo en el pelo. Y es que, por muchas dificultades que haya, «You Can’t Stop Rock ‘n’ Roll».

El grupo tuvo una gran actitud y presencia en el escenario. A pesar de no ser ningunos chavalines dieron un buen espectáculo, especialmente Mendoza y Snider. A medida que avanzaba el concierto las presentaciones de temas como «The Fire Still Burns» se hacían más largas y eran siempre acompañadas de aplausos. Claro que, como era de suponer, uno de los temas mejor recibidos fue «We’re Not Gonna Take It», coreado de principio a fin, con la invitación de Snider (y la colaboración de Eddie Ojeda) de cantar la «versión» castellana, «Huevos con Aceite». Aquello fue apoteósico.

Como decía, el cantante fue bastante comunicativo, marcándose algún que otro pequeño discurso como el que montó contra programas de tipo Idol (el modelo anglosajón para Operación Triunfo y similares), criticando como chavales con unas semanas de «duro trabajo» (dicho con mucha sorna) agradecían a sus «fans» el apoyo, en contraposición a grupos como Twisted Sister, que mantenían a sus miembros originales (puso otros ejemplos, metiendo la gamba con Iron Maiden entre otros), con décadas de carrera. Habló de cómo los seguidores españoles eran una de las razones por las que el Sonisphere sería uno de los 15 conciertos que darían en el año. Los aplausos del público debieron complacerle.

El concierto siguió con «The Price», para el que el cantante pidió que se sacasen a relucir las luces de los móviles. Antes de empezar el siguiente tema el escenario se quedó a oscuras y cuando se volvió a ver algo un único foco rojo iluminaba la cara de Dee Snider en contrapicado. Esta entrada para «Burn In Hell» fue lo más elaborado a nivel de luces que se vería en su concierto, cosa que a mí me gustó bastante. Con todos los miembros del grupo bien visibles en todo momento se llegó a «I Wanna Rock», con el coro cambiado hacia el final por el cantante por «I Wanna Fuck» para los que les gustase más darle una alegría al cuerpo que roquear. Snider se lo pasaba de lo lindo, diciendo que a ellos también les gustaba e hizo la gracia de empezar a desabrocharse el cinturón. Habría sido un gran final del concierto pero al poco de retirarse los músicos empezó a sonar la introducción de «Come Out and Play», que tocaron antes de terminar de verdad con «S.M.F.», no sin haberse llevado alguna instantánea desde el escenario para ilustrar en casa a lo que se refieren cuando hablan de los públicos europeos.

Un gran concierto que me dejó tan animado que me atreví a quedarme para ver a Uriah Heep. No puedo ir más allá de decir que se me hizo muy agradable y que disfruté de temas como «Return to Fantasy», «Look at Yourself» o «Easy Living» (habría sido una pasada escuchar «The Wizard»), y que a pesar del cansancio acumulado el concierto se me hizo bastante corto. Lo cierto es que ya estaba muy cansado y en cuanto se despidieron yo hice lo propio y me fui a casa.

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Tras haber descansado lo suficiente volví para llegar poco más o menos al final del concierto, donde me reuní con Emilitros y María, quienes hicieron la espera y el resto de la jornada mucho más agradable.

Por fin llegó el momento de Iron Maiden. El Sol ya no molestaba y era evidente que mucha gente había venido ex profeso a ver este concierto. A pesar de no estar cerca del escenario no había mucho hueco para moverse. No es que fuese agobiante pero sí era molesto cada vez que alguien tenía que moverse a otro lugar y hacía que los demás nos tuviesemos que apartar. Pero bueno, era de esperar.

Sobre el escenario se habían colocado varias estructuras tapadas con sábanas negras. De fondo empezó a sonar la versión de «Doctor, Doctor» como hilo musical y, al terminar, se retiraron las sábanas y se pudo ver lo que parecía la entrada a una base espacial. En el fondo se desplegó una sábana decorada con un motivo espacial como el del último disco y empezó a sonar «Satellite 15… The Final Frontier». La reacción del público fue inmediata, aplaudiendo y cantando.

Lo primero que tengo que decir es que los temas del último disco funcionan en directo, al menos los que tocaron. Ya había dicho que sus últimos trabajos no son de mis favoritos pero en concierto suenan muy bien. En particular me gustó como sonó «El Dorado», que no me había llamado la atención antes. Probablemente sea tanto por el entusiasmo del público (creo que todo el mundo cantó en todas las canciones del repertorio) como por el sonido que tenían. Claro que colaron «2 Minutes to Midnight» antes de seguir con «The Talisman» y «Coming Home» para aportar un poco de variedad.

Antes de seguir y hablando de sonido, me llama la atención que hasta en esto se hace notar que Steve Harris es el jefe. Con tres guitarras a su lado su bajo se oía bien definido y en muchas ocasiones mejor que a los demás. Me encantó el volumen de toda la batería, que se oía bien sin retumbar el bombo. Y todo esto dejando hueco para la voz de Dickinson. No voy a decir que fuese perfecto (las guitarras se perdieron un poquito) pero sí que me gustó como sonó.

Pero sin duda lo más trabajado, aparte de la música, fue la presentación. Si bien el montaje era más elaborado que el de cualquiera de los demás grupos tampoco es que fuese algo excesivo y no coartaba los movimientos de los músicos. Y aunque Steve Harris no duda en tomar con su bajo la posición central sobre el escenario son los brincos de Janick Gers los que llaman la atención. Sus aspavientos eran tales que me pregunté más de una vez cuántas guitarras se carga al año con sus cabriolas. En comparación, Adrian Smith y Dave Murray parecían estar parados. De fondo, Nicko McBrain saludaba al público a través de las cámaras alrededor de su batería.

Bruce Dickinson es un punto y aparte. Puede que alguno vea en la actuación de Iron Maiden como grupo y de Dickinson en particular un espectáculo demasiado estudiado. Sea o no el caso, yo creo que lo hacen a la perfección. Cuando termina de sonar «Dance of Death » y empieza «The Trooper» gran parte de la ovación se debe a toda la actividad del cantante sobre el escenario junto con una buena presentación: uniforme de soldado y banderas del Reino Unido (la primera se rompió) ondeado delante de una sábana gigante con Eddie como «The Trooper». Hablando de banderas, Dickinson reconoció más de una entre el público y saludo a las personas que habían venido de fuera a verles.

Hubo varios cambios de sábana gigante trasera, como cuando comenzó a sonar «The Wicker Man». Del mismo disco que esta canción tocaron «Blood Brothers», con buen acompañamiento del público, antes de pasar por última vez por su último disco con «When the Wild Wind Blows». Este tema es de los que sí se me había quedado al escuchar el disco y en directo me gusto por igual. Claro que no puede competir con «The Evil That Men Do» si al grupo le acompaña/ataca entre tanto un Eddie de unos tres metros de alto, equipado con cámaras en su cabeza que retransmitían a las pantallas gigantes a los laterales del escenario y que llegó a estar armado con una guitarra hacia el final de su aparición.

Y, ¿cómo se supera eso?, preguntaréis inquietos. Pues fácilmente, os diría la Dama de Hierro: tocando «Fear of the Dark» y «Iron Maiden» y sacando con esta última una cabeza gigante de Eddie tras el escenario. Aparte de girar a uno y otro lado, la cabeza también podía abrir y cerrar su gran boca y unos dedos gigantes se movían sobre la plataforma más elevada del escenario. En directo resulta bastante más espectacular que viéndolo en una pantalla (o leyéndolo).

Si el grupo se hubiese retirado definitivamente ya habría sido un buen concierto pero sólo desaparecieron unos instantes para volver a salir y tocar «The Number of the Beast». Por eso de seguir dando espectáculo, esta vez fue un demonio animatrónico el que decoró la parte trasera del escenario. La voz de Dickinson mantuvo bien el nivel a lo largo de todo el concierto y cuando llegaron a «Hallowed Be Thy Name» demostró que tiene cuerda (vocal, badumchass) para rato.

Por desgracia, la actuación tenía que terminar, no sin que antes tocasen «Running Free», se presentasen e invitasen al público a corear por última vez hasta la próxima ocasión.

Mientras el hilo musical con «Always Look on the Bright Side of Life» [03m19s] competía con lo que se oía de la carpa de los pinchadiscos nos sentamos a esperar al siguiente grupo.

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Habiendo visto que el día iba a estar igual de despejado que el anterior, si acaso con algo más de calor, después de aparcar el coche volví a embadurnarme de protector solar y me dirigí al recinto del evento. A lo lejos se oía la actuación de Hammerfall (tiene su cosa que se oiga casi mejor la música desde fuera del parque del festival) y hasta que llegué y encontré un hueco donde no molestaba pude escuchar algún tema, que tampoco estuvo mal para pasar el rato.

El Sol pegaba fuerte cuando Mastodon subió al escenario. Habiéndoles visto únicamente una vez y de espaldas como teloneros de Metallica me apetecía ver un concierto suyo apropiadamente. Sin embargo, las condiciones meteorológicas no creo que fuesen las más propicias. Al calor se unía un viento que traía consigo más polvo en el aire y distorsionaba el sonido. A pesar de las condiciones yo diría que lo hicieron bastante bien, llevados sobre todo por la energía de Troy Sanders. Desde que comenzó a sonar «Iron Tusk» fue el más activo y el que parecía estar más metido en la actuación. Y hablando de temas, el repertorio sí que me sorprendió un poco. Me lo esperaba más orientado hacia el último trabajo pero casi para empezar tocaron tres canciones del «Remission» seguidas, «March Of the Fire Ants», «Where Strides The Behemoth» y «Mother Puncher», y después saltaron a «Circle of Cysquatch».

Los dos guitarristas estuvieron un poco parados (¿demasiado calor quizás?) pero no puedo decir que fuese una mala actuación por su parte. El que sí tuvo que pasarlo algo mal fue Brann Dailor, por todo lo que debió requerir el repertorio elegido con la temperatura ambiente. No me quiero imaginar lo que tiene que costar tocar «Aqua Dementia» con ese calor y espero que al menos estuviese bien ventilado. Hablando de viento, el sonido podría haberse mejorado un poco, en particular afinando un poco la distorsión de las guitarras («Crack The Skye», la única en el repertorio de su último disco de estudio hasta la fecha, me sonó sucia, áspera, poco definida), pero reconozco la complicación de equilibrar adecuadamente todos los elementos de la mezcla en un festival al aire libre y más aún cuando hace algo de viento. De todas formas no puedo decir que el sonido les perjudicase en exceso, ya que sonaron bastante contundentes. Me parece también que eligieron más de un tema teniendo en cuenta el contexto, como «Crystal Skull», aunque me despistaron un poco con «Bladecatcher» tocada antes de «Colony of Birchmen».

Acabaron el concierto con «Megalodon» y, por supuesto, «Blood and Thunder». Las sensaciones no fueron malas en conjunto pero me da la impresión que deben ganar puntos en salas o, al menos, en algún sitio algo más recogido y fresco. Ya que en unos meses habrá nuevo disco quizás se de la posibilidad más pronto que tarde de comprobarlo.

Apocalyptica es un grupo cuyo directo me despertaba cierta curiosidad. No les había visto nunca y desde hace años la gente me venía diciendo «es como un karaoke de metal». Ahora entiendo lo que querían decir y me uno a la descripción. Es verdad que tienen temas propios (véanse los temas que abrieron su recital, «2010» y «Grace»), para alguno de los cuales requirieron a un cantante junto a ellos, pero fue evidente que las mayores reacciones se produjeron cuando sonaron temas como «Master of Puppets».

Sin embargo no pretendo quitarles ningún mérito. Con tres violoncellos y una batería sobre el escenario realizaron una actuación tan intensa y válida como la de sus compañeros de cartel. Y el cantante, Tipe Johnson de los Leningrad Cowboys, realizó un buen trabajo con canciones como «End Of Me» o «I’m Not Jesus». Además tuvo la ventaja de ser quizás el único que no sufrió algún problema con el sonido. Al principio Paavo Lötjönen tuvo problemas con el micrófono de su violonchelo, mientras que los de sus compañeros se perdían un poco bajo el sonido de la batería, algo que se fue arreglando a medida que avanzaba el concierto. Hablando de ventajas, el cantante también tuvo al oportunidad de retirarse del escenario y resguardarse, mientras que sus compañeros finlandeses tenían que tocar al sol.

Con el cantante fuera de escena, el público se encargó de cantar temas como «Nothing Else Matters» y «Seek & Destroy» de Metallica o corear la «Inquisition Symphony» de Sepultura. Tras tocar otro de sus temas originales, «I Don’t Care», y hacer las presentaciones de los miembros del grupo, el concierto terminó con su interpretación de «In the hall of the Mountain King», tras la que recibieron un merecido aplauso y se retiraron. Si les vuelvo a ver compartiendo cartel con algún grupo más que me pueda interesar iré a verles sin duda alguna.

Con el calor que estaba haciendo y vista mi experiencia anterior con Dream Theater, hubiese hecho falta algo más que la incorporación de Mike Mangini como sustituto de Mike Portnoy para que me quedase. Puede que otros aguanten las jornadas enteras del festival pero yo soy un enclenque. Repetí la jugada del día anterior, sólo que esta vez me fuí al coche para echarme un rato. Al igual que a la llegada, a un kilómetro del escenario en línea recta (más o menos) pude escuchar suficientemente bien la mayor parte del concierto. De todas maneras no comentaré porque tampoco presté mucha atención.

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Arch Enemy era uno de los grupos que estaba dispuesto a «sacrificar» para no machacarme demasiado pero al final me pudo la curiosidad. La última vez que les vi no me desagradaron (aunque tampoco me sorprendieron) y, ya que en esa ocasión vi un concierto recortado, tenía interés por ver qué tal lo hacían esta vez. Tras sonar «Khaos Overture» empezaron el concierto con «Yesterday is Dead and Gone», el primer single de su último disco, «Khaos Legions», y tampoco es que me entusiasmase en directo. Aunque había bastante gente que respondía con ganas a canciones como esta, «Revolution Begins» o «Bloodstained Cross», a mí me dejaron algo frío. Es verdad que a lo largo de gran parte de la actuación tuvieron bastantes problemas con el sonido, especialmente Chris Amott, quien tuvo que desaparecer del escenario más de una vez para ver qué estaba pasando, y eso les perjudicó bastante.

No se puede decir que no le echasen ganas: Angela Gossow estuvo muy animada e intentó contagiar al público de principio a fin, mientras que los demás integrantes del grupo se mostraron cómodos delante de la gente, problemas técnicos aparte. Simplemente, mi impresión de su repertorio fue algo irregular. «My Apocalypse» no es uno de mis temas favoritos pero me parece que sonó bien, al igual que «Ravenous» (que sigue gustándome tanto como hace diez años), pero cuando volvieron a canciones más recientes, como «Under Black Flags We March» o «No Gods, No Masters» me parecían algo «flojos». El final con «We Will Rise», «Nemesis» y «Snow Bound» me pareció coherente con el resto del repertorio y tampoco me dejó mal sabor de boca (aparte del sabor a polvo y paja que estabamos respirando). No me arrepiento de haber visto este concierto pero tampoco me motiva para volver a verles próximamente. Quien sabe, quizás si el próximo disco me gusta más…

El plato fuerte del viernes era Slash y se notó. Aunque no resultaba agobiante, había bastante gente y era de agradecer que ya hubiese anochecido y no hiciese tanto calor. También fue de agradecer que se mantuviese con cierto rigor el horario de las actuaciones, razón por la que no pasó demasiado tiempo hasta que la gente empezó a aplaudir por la salida a escenario del guitarrista, seguido desde el primer momento por un foco. De hecho, salvo contadas excepciones y algún despiste los focos estuvieron continuamente sobre Slash y el cantante que se había traido, Myles Kennedy. Así que desde que empezó a sonar «Ghost» todo el mundo pudo ver bien a los protagonistas del concierto. De los Knuckleheads, el grupo que acompañaba a los dos músicos, se vió poco, manteniéndose en la penumbra casi todo el rato. Por una parte es comprensible, la gente va a ver a «Slash with Myles Kennedy», pero tampoco habría estado de más reconocer un poco a los músicos acompañantes. Sobre todo porque hicieron un buen trabajo, tanto con los temas nuevos como con canciones como «Mean Bone» (de Slash’s Snakepit) o «Sucker Train Blues» (de Velvet Revolver).

Y lo mismo se puede decir de los encargados del sonido, que dificilmente se habría podido mejorar teniendo en cuenta las restricciones de tener un único escenario, al menos desde donde yo lo estaba escuchando. «Nightrain» sonó de lujo (dadas las circunstancias) y los técnicos hicieron posible que se pudiese apreciar la excelente labor que realizó Kennedy – «Rocket Queen» fue uno de los puntos a destacar de su actuación – mientras que la guitarra de Slash ganaba peso en los momentos oportunos, sin ahogar a la otra guitarra o al resto de integrantes del grupo, como durante «Civil War». Evidentemente los temas de Guns N’ Roses fueron los más aclamados, cantados y aplaudidos, y el repertorio fue generoso en el apartado nostálgico sin dejar de lado canciones de su material más reciente. De hecho, encadenaron «Back From Cali», «Promise» y «Nothing To Say» antes de llegar a «My Michelle».

«Slither» marcó el comienzo del final de la actuación. Volviendo un momento sobre el sonido, en la base quizás echase de menos un poco más de nivel para el bajo, aunque pudo escucharse con claridad en canciones como «Sweet Child O’ Mine». La batería tenía tanto un volumen como un sonido muy bien medido. Cuando llegaron al cierre del concierto y empezó «Paradise City» el grupo sonaba igual de bien que al principio de su actuación, con el público acompañando en todo momento. En definitiva fue un buen concierto y no creo que decepcionase a mucha gente. De los protagonistas sólo puedo decir que su actuación fue impecable. Myles Kennedy es un buen cantante e hizo que me arrepintiese de haberme perdido el concierto de Alter Bridge. Y a Slash no le puedo poner ninguna pega: su tono, su forma de frasear, su presencia sobre el escenario y el repertorio que eligió fueron todo lo que hubiese podido esperar. Sólo habría podido ser mejor con más canciones, especialmente si hubiesen sido de los Guns (pero eso ya es mi preferencia personal).

Y al final llegó el turno de The Darkness. Sabía que mucha gente se marcharía después de la actuación de los cabezas de cartel pero me sorprendió lo vacío que parecía de repente el patio delante del escenario. Creo que es una lástima porque el concierto fue exactamente lo que esperaba desde que empezó a sonar «Bareback»: buena música, un grupo sólido y sin más estridencias que las de un frontman histriónico e hiperactivo (vestido con mallas y una chaqueta blanca con un bordado de un tigre a la espalda). Quizás el sonido no resultase tan limpio como en el concierto anterior pero me importó poco. Sigo disfrutando de los dos discos que tienen hasta la fecha y escuchar en directo «Black Shuck» y «Growing On Me» me hizo ver que tienen un directo igualmente bueno. También me confirmó que Justin Hawkins sigue estando medio loco, al menos con micrófono y/o guitarra en mano. No paró de moverse y agitar al público, invitando a responderle durante «Get Your Hands Off My Woman» o animando durante «One Way Ticket».

Tocaron algunas canciones nuevas, siendo la primera «Nothing’s Gonna Stop Us», que no suena mal. Los cañones de confetti que dispararon durante «Love Is Only A Feeling» también me parecieron un toque divertido. Con todo, como digo, lo que más destacó fue el cantante, con su cambio de vestuario, sus gestos o las ganas que le ponía para que el público estuviese animado y cantando, como durante «Friday Night». Estuvo tan elocuente como divertido (“Gimme a D! Gimme an Arkness!”), hablando de un futuro disco, haciendo tiempo mientras su hermano reafinaba su guitarra o simplemente presentando las canciones. El resto del grupo estuvo en su lugar, lo cual no deja de tener su mérito cuando tienes un cantante/guitarrista que en algún momento puede ponerse a hacer el pino delante de la batería.

«Is It Just Me?» precedió a otras dos nuevas canciones, «Concrete» y «Cannonball», que demuestran que todavía tienen algo que decir. «Stuck in a Rut» y «Givin’ Up» fueron atacadas con ganas y con las mismas energías que el resto del repertorio y cuando tocó el turno de «I Believe In A Thing Called Love» yo hubiese seguido un buen rato más. Tras la salida en falso hubiese echado varios temas más pero decidieron cerrar con una versión extendida de «Love On The Rocks With No Ice» sobre las 3:30 de la madrugada. A ver si la reunión dura y da como resultado otro buen disco, para que puedan volver de gira y pueda volver a verles.

Todavía quedaba gente en la carpa de los pinchadiscos cuando me fuí, a paso ligero para ver si no llegaba muy tarde a casa y podía echar alguna hora de sueño antes del siguiente día de festival.

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Al igual que el del año pasado, el Sonisphere 2011 tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas. Claro que en esta ocasión partía con la ventaja de saber un poco mejor a lo que me enfrentaba.

Como el año pasado, me decanté por ir en coche. Las opciones de transporte público se me antojaban algo escasas (¿alguien sabe qué tal estuvieron los trenes/autobuses?) y me dio la impresión de que al final hubiese tenido que tirar de taxi. Así que salí con algo de antelación el viernes, 15 de julio, esperándome lo peor en dirección sur. Sin embargo, llegué sin mayores problemas. No sé si sería la hora o que el tráfico de salida de Madrid estaría concentrado en otros puntos.

Conociendo un poco el polígono del año pasado, ni me molesté en ir a las zonas de aparcamiento señaladas por la organización y busqué un hueco lo más cerca posible de la zona acotada. Después de cubrirme hasta las orejas en protector solar decidí que, ya que había llegado pronto, podía ir con calma y coger la pulsera para los dos días y explorar un poco el espacio del festival.

Primer tirón de orejas para la organización: al igual que el año pasado habían montado un punto único de entrada. Teniendo en cuenta que el primer día asistieron unas treinta mil personas, me da a mí que hubiese tenido que hacer cola independientemente de la hora a la que hubiese llegado. Y hacer cola a treinta grados sin zonas de sombra no es divertido.

Segundo tirón de orejas: la chica que me puso la pulsera estaba teniendo que cerrarlas con los dedos. La pobre ya tenía la mano fastidiada y tuve que cerrarla yo mismo porque no podía hacer fuerza. No sé si todo el mundo tenía que trabajar así pero me parece abusivo. Dotar a los trabajadores de algo más que un dedal para crimpar las pulseras (con cierre de metal este año, el año pasado era de plástico) hubiese sido lo propio.

Tras un cacheo y una comprobación de mi pulsera estaba dentro del recinto. Este año habían colocado un único escenario en la parte más septentrional de la zona delimitada. Por curiosear un poco di un ligero rodeo para llegar hasta la zona de los conciertos. Vi los pasillos con los ventiladores/humidificadores, que me parecieron un buen detalle pero probablemente escasos. Eché un vistazo lejano a la zona de stands de comida y la carpa para los pinchadiscos y pasé rápidamente por los puestos de mercaderías, sin prestar mucha atención. Me fijé también en las zonas de sombra y de relax pero ya estaban hasta arriba, así que tampoco me entretuve mucho.

La colocación del escenario, mirando hacia el norte, me pareció bastante razonable, sobre todo por el sol. Aunque no había muchas opciones de sombra (la que ofrecía la torre de los técnicos de sonido/cámaras/VIPs) al menos con esa orientación no daba de cara ni al público ni a los artistas. La zona para minusválidos no estaba mal situada pero estaba totalmente desprotegida. Las gradas me parecieron muy lejanas y las «zonas verdes» eran demasiado escasas. Casi la totalidad del recinto era, como el año pasado, un secarral.

Dada la hora a la que había llegado pude escuchar el final de la actuación de Angelus Apatrida, incluyendo «Thrash Attack». Los chavales lo hacen bien pero el sonido de lo poco que escuché me pareció algo turbio. El cuarto de hora largo que había hasta la siguiente actuación se hizo un poco cuesta arriba al sol pero me gustó ver que las cosas sobre el escenario se movían a un buen ritmo.

Después de toda esta parrafada llegamos a la primera actuación que tenía planeada ver, la de Valient Thorr. Creo que fue Iván quien me habló de ellos hace unos años y hasta la fecha no les había visto en directo. Dadas las horas tampoco se puede decir que hubiese demasiada gente pero sí había bastantes personas y el grupo fue bien recibido cuando empezó a sonar «Double Crossed». El sonido fue bueno y la actitud del grupo fue aún mejor. Desde el primer momento no pararon de moverse de un lado a otro del escenario, en especial el cantante. A pesar del poco tiempo que tenían disponible consiguieron tocar unos cuantos temas. Si mi memoria no falla se pudo escuchar «Future Humans» y después el cantante presentó «Infinite Lives», ya sin camiseta. A pesar del calor («Are you hot? Are you muy caliente?») mantuvieron un buen nivel a lo largo de todo el concierto y temas como «Mask of Sanity», «Gillionaire» o «Disappearer» sonaron contundentes y resultaron muy entretenidos, sobre todo con los gestos del responsable del micrófono. Estuvo muy comunicativo, haciendo pequeñas presentaciones para temas como «Night Terrors» o «Goveruptcy», dedicando temas al conductor de su autobús (era el final de su gira por Europa) y a los vascos (sus razones tendría para eso), pidiendo al público que enviase sus energías al Sol (a fin de cuentas, ellos venían «del espacio») o bajándose al pasillo de separación delante del escenario para cantar y gesticular ya sin camiseta. Todo un espectáculo, mientras que el grupo no bajaba el ritmo tocando. El concierto se me hizo corto y tras ¿»Heatseeker»?, «Sleeper Awakes» y el gran final encabezado por «Total Universe Man» (y enseñar el cantente el culo) se despidieron. Si vuelvo a tener oportunidad de verles intentaré aprovecharla.

A estas alturas el calor ya se hacía notar y bastantes personas estaban refrescandose con los chorros que soltaban dos mangueras situadas delante del escenario. Otro buen detalle, sobre todo dadas las temperaturas que se estaban alcanzando. Con todo, el movimiento de las personas levantaba una polvareda que hacía algo incómodo respirar. Las mascarillas que llevaban muchas personas me parecieron una buena idea.

El segundo grupo que quería ver salió al escenario con bastante puntualidad. Lo cierto es que temía un poco cómo resultaría el concierto de Gojira. Con una música tan densa como contundente me los imaginaba más en una sala que en un festival al aire libre. Y, al final, al concierto de los franceses sólo le puedo poner una pega: el sonido estaba en «modo festival», es decir, con los bajos disparados hasta el punto de poder notarse la presión de las ondas sonoras en todo el cuerpo. Vi a más de uno que se quejaba que lo único que oía era un estruendo. Yo lo escuché bastante bien, llevando tapones, estando a una distancia decente del escenario y conociendo los temas del grupo. Sí es cierto que desde los primeros momentos de «Ocean Planet» el sonido de las guitarras me parecía algo más sucio de lo que hubiese esperado pero entiendo las limitaciones de la situación. El repertorio no estuvo nada mal y aunque creo que «Backbone» fue la única que presentaron temas como «Remembrance», «Love» o «A Sight To Behold» eran fácilmente reconocibles.

El grupo estuvo bastante activo sobre las tablas. El bajista parecía que tenía un cuello de goma con la forma de sacudir la cabeza en algunos momentos, mientras que el cantante aprovechaba las partes instrumentales para darse algún que otro paseo de un lado al otro del escenario y el otro guitarrista seguía el ritmo de sus compañeros. Hasta el batería hizo una excursión por el escenario dejando su equipo a cargo del cantante para animar un poco al público. No sé si la reacción de los presentes les convenció pero a mí el concierto me animó bastante. Temas como «Flying Whales», «The Heaviest Matter of the Universe» o «Toxic Garbage Island» se sucedían a un buen ritmo, sin mucha charla entre uno y otro, y cuando llegó el turno de «Vacuity» y salieron del escenario me sorprendí de lo rápido que se me había pasado el tiempo. Aunque volvieron para tocar «Oroborus» me quedé con ganas de algo más, así que tendré que estar atento a ver cuando vuelve a estar de gira por aquí.

Después de este concierto me retiré a descansar un poco. Uno, que ya es viejo, necesita dosificarse si quiere sobrevivir los dos días del festival. Sin tener mucha intención de achicharrarme durante el concierto de Sôber aproveché que podía salir y entrar del recinto con la pulsera y me fuí a un sitio tranquilo y a la sombra a sentarme cómodamente y tomarme algo fresco. Este parón me sentó tan bien, y los conciertos me habían dejado tan animado, que decidí volver un poco antes de lo que tenía previsto inicialmente.