Ayer me topé con dos noticias sobre FaceApp, un servicio de alteración de retratos fotográficos cuya existencia desconcía por completo. Por lo que leí en TechCrunch, ha habido una nueva ola de preocupación por lo que se pueda hacer con los contenidos que suben los usuarios, especialmente con las fotos que facilitan para ser tratadas.
A estas alturas de la película, es ingenuo pensar que cualquier contenido que un usuario facilite no vaya a ser usado y abusado, especialmente cuando se reservan dicho derecho a través de sus términos de uso. Como es igual de ingenuo asumir que todos nos leemos todos los términos de uso, voy a extraer y traducir de la mejor manera que pueda una parte pertinente de dicho documento:
Usted otorga a FaceApp una licencia, perpetua, irrevocable, no-exclusiva, libre de royalties, mundial, ya pagada, transferible y sub-licenciable para usar, reproducir, modificar, adaptar, publicar, traducir, crear obras derivadas de, distribuir, actuar y mostrar en público su [material que haya facilitado] y cualquier nombre, nombre de usario o parecido provistos en conexión con [dicho material] en todos los formatos de medios y canales conocidos en la actualidad o desarrollados posteriormente, sin compensación para usted.
Todo esto se aleja un poco de lo que suelo tratar en este espacio si no fuera por el artículo que vi en Metal Injection, donde recopilaban retratos de músicos envejecidos con el servicio en cuestión. Los términos de uso también requieren que el usuario tenga los derechos pertinentes sobre el material que envía y no estoy seguro que se haya respetado pero, en cualquier caso, aquí hay alguno de los resultados: