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Vuelvo a acumular un retraso considerable en la pila de enlaces que me voy anotando para visitar en mi tiempo de asueto. Parece que voy a tener que aceptar que consulto demasiadas fuentes sobre mis intereses, aunque creo que si consiguiera replantearme cómo uso mi tiempo libre aprovecharía mis momentos de ocio mucho mejor.

Hasta que lo consiga, seguiré viendo con casi un mes de retraso cosas como el vídeo de Ola Englund que mencionaba el otro día o este vídeo de Sarah Longfield sobre «acordes imposibles» [02m10s] que, a efectos prácticos, es una demostración de un aparato desconocido para mí. Se trata de un Chordinero un accesorio para guitarra de invención sueca descrito por sus creadores como cejillas creativas para gente creativa. Yo hubiese optado por «los aparatos extensores de la cejilla de fabricación sueca y yo: este rollo sí que mola, nena» pero no me consultaron.

Esloganes aparte, la idea es la misma que la de una cejilla convencional pero con ajustes individuales para cada cuerda: dejar presionada la cuerda a una altura determinada para poder tocar la guitarra con una afinación distinta a la que tiene. Tiene dos variantes, una que va fija entre el clavijero y el mástil y otra que se puede colocar en distintas posiciones del cuello.

Sarah Longfield usando un Chordinero S14-DT. Fuente: YouTube.

Aunque yo ni siquiera cambio de afinación estándar —hasta me cuesta recordarla a veces, incluso usando reglas mnemotécnicas— sí que uso una cejilla convencional de vez en cuando, y ésta me parece una de esas ideas que hacen pensar cómo no se le había ocurrido a nadie algo así antes.