Dicen por ahí que Beethoven preparaba su café con exactamente 60 granos molidos. Aunque lo he visto repetido en multitud de sitios, como en Fact Fiend, he sido incapaz de localizar el origen de esa cifra tan exacta.
Existe una reseña del biógrafo Theodor von Frimmel-Traisenau titulada Beethoven und die Kaffeemaschine que probablemente hace referencia a este texto que Beethoven escribió sobre su cafetera, disponible haciendo una búsqueda en el archivo digital de la Beethoven-Haus de Bonn, pero dicha fuente no menciona las cantidades que consumía.
Según galería de retratos de Beethoven del profesor de química emérito Oliver Seely, la Edición del Bicentenario de Deutsche Grammophon Gesellschaft dedicada a Ludwig Van Beethoven dice que la expresión de los ojos del compositor en el retrato realizado por Ferdinand Schimon se debe a que estuvo trabajando en ellos cuando Beethoven le había invitado a una taza de café de «sesenta granos». Parece que el profesor saca esta información de un texto de Alessandra Comini titulado «The changing image of Beethoven: a study in mythmaking».
Más allá de no poder verificar estas referencias y que, en cualquier caso, parecen hablar de algo anecdótico más que habitual, puede que la fuente de estos datos tampoco sea de fiar. De acuerdo con la información sobre este retrato del archivo de la Beethoven-Haus:
El grado en el que estos datos se corresponden con hechos históricos no está muy claro a día de hoy. El nombre de Ferdinand Schimon aparece diversas instancias de los libros de conversaciones de Beethoven, al igual que el retrato [mencionado], pero [dichas citas] son —como la investigación musical reciente ha demostrado— falsificaciones posteriores de Anton Schindler. Dado que el cuadro de Schimon estuvo posteriormente en la posesión de Schindler parece razonable suponer que Schindler intentó hacer que el retrato pareciese especialmente auténtico y, por tanto, incrementar su valor.
Lo único que me ha quedado claro es que Beethoven alguna vez tomó café, que no creo que sea una gran revelación. Tampoco sé si le entusiasmaba tanto como a Bach, quien compuso la Cantata de Café.