Hace años leía en el blog de Chema una reseña sobre imágenes del sistema nervioso de ratones que habían sido modificados genéticamente para dotarlos con proteínas fluorescentes. En su momento aproveché esa entrada para hablar de un estudio neurológico sobre la improvisación en el Jazz. Unos meses después recuerdo haber echo nota de escuchar la serie «Music and the Brain» en iTunes U y, desde entonces, he ido topándome con pequeños recordatorios de este apunte.
Por ejemplo, el año pasado encontré “Impaired pitch perception and memory in congenital amusia: the deficit starts in the auditory cortex”, texto que, ya en el sumario, supera mis conocimientos relevantes pero que me presentó un trastorno que podría haber supuesto existía: la amusia. El estudio, desarrollado sobre un grupo de personas con este trastorno y otro de control, proponía unas pruebas en las que el sujeto tenía que determinar si dos secuencias de seis tonos, reproducidas con una demora de un par de segundo entre ellas, eran iguales o diferentes. Mientras, se grababa la magnetoencefalografía (MEG) del participante. Todos los sujetos fueron sometidos a una morfometría basada en vóxel, menos uno que no se hizo la resonancia magnética al padecer de claustrofobia. Como anécdota adicional, el pre-procesado de los datos tuvo que tener en cuenta las contaminaciones en las grabaciones MEG de dos sujetos con amusia, uno por artefactos ferromagnéticos de una prótesis dental metálica y otro por la señal del pulso.
Como digo, el contenido del artículo se me escapa en muchos casos, así que probablemente no esté cualificado para resumir las conclusiones, pero seguro que gente con más conocimiento que yo lo encuentra interesante.