Como soy así de lento, ni me había dado cuenta que Paulicelli se había apuntado también al reto de componer y producir una canción en sesenta minutos o menos. La idea probablemente no es nueva pero, hasta donde yo sé, esta iteración comenzó con Rob Scallon [16m05s] —otro al que ya he mencionado antes— y fue siendo imitada por otros artistas, cada uno intentando utilizar menos tiempo que el anterior. Cuando el (principalmente) batería decidió hacer el reto se otorgó a sí mismo cincuenta y seis minutos. Al igual que sus predecesores, grabó todo en vídeo:
No creo que exista el «privilegio femenino» en el mundo de la música. Seguramente sea lo único que tenga que decir al respecto, más allá de señalar a qué se debe que este apunte.
La razón es este soliloquio de Glenn Fricker [10m05s] en el que, para argumentar que la imagen vende, compara el número de visitas de este vídeo del 2006 de Hiroaki Tagawa [05m04s] y cualquiera de los de Jess Greenberg. Destaca los talentos de la señorita Greenberg de forma similar a lo que yo decía hace más de tres años y coincido con su argumento que cierto tipo de imagen vende, como también he comentado anteriormente, pero lo señala como un claro ejemplo de privilegio femenino, cosa con la que no estoy de acuerdo. Lo curioso es que en el mismo vídeo el propio Fricker contradice hasta cierto punto dicha aseveración, señalando que se trata más bien una cuestión de atractivo y observándolo en el caso de un niño, Justin Bieber.
Mi pega con ese punto concreto quizás sea una cuestión de terminología. A la hora de llamar la atención, Jess Greenberg tiene una ventaja porque es una persona llamativa, aunque no puedo verlo como un privilegio y menos asociarlo exclusivamente a que sea mujer. Intentando entender ese punto de vista y rizando mucho el rizo, podría ver una ventaja estadística si suponemos que hay un menor número de mujeres guitarristas prominentes. Eso convierte el hecho de que sea mujer en una característica diferenciadora respecto a la (supuesta) mayoría de guitarristas.
Sin embargo, eso refleja más una desigualdad histórica que un privilegio. De hecho, me gustaría saber si algún hombre quisiera estar en el lugar de una mujer para tener ese «privilegio». Tampoco creo que por ofrecer una cierta imagen sea una víctima de los estereotipos impuestos por el «cisheteropatriarcado», o cualquier otro término que se quiera utilizar para denominar el statu quo, igual que Hiroaki Tagawa no es una víctima del sistema por no poder ofrecer dicha imagen.
Sigo manteniendo que, en mi caso concreto, ciertos recursos facilones le restan atractivo a casi cualquier propuesta. Están bien para llamar la atención de forma puntual pero no consiguen mantenerla. El señor Fricker pone a los vídeos de Rob Scallon como ejemplo de contenidos interesantes y aquí debo volver a coincidir con él: he mencionado a Rob Scallon en múltiples ocasiones (mientras que esta es la segunda vez que menciono a Jess Greenberg y esta vez ni siquiera de forma tangencial por su música).
Jared Dines es un multiinstrumentalista al que he visto en algún que otro vídeo de Rob Scallon, a quien he mencionado unas cuantas veces en esta página. Puede que no tenga la misma pericia técnica con la guitarra pero no tiene menos talento o sentido del humor, al menos a la hora de hacer djent.
Ambos coincidieron en este estilo para los vídeos que sacaron el lunes pasado. Dines utilizó una «guitarra» con una única cuerda de 1.220 pulgadas (3.1 centímetros) de diámetro para hacer su “Djent 2016” [03m11s], entrando en algo más de detalle sobre el instrumento en otro vídeo [08m05s]. Scallon utilizó un «palo djent» fabricado a partir de una pala por Bob de I Like To Make Stuff para su “Shovel Metal” [03m16s].
Al igual que otros inventos probados por el señor Scallon, como las púas gordas, tendría curiosidad por probar/tener uno de estos instrumentos. Aunque menos versátil, resultaría más fácil de conseguir que el combo mandolina + ukelele que veía el año pasado. El precio me parece un poco excesivo para mi presupuesto pero, después de ver lo que cuestan las guitarras de Uli Jon Roth, uno ya está curado de espanto.