No sé hasta que punto compensó la opción de tener un único escenario. Entiendo que tener dos escenarios, como el año pasado, conlleva un coste mayor y requiere un mayor esfuerzo para la organización. Sin embargo, teniendo un escenario el esfuerzo se trasladó a los encargados de preparar cada concierto con un tiempo bastante limitado. Con un horario tan acotado es justo reconocer la labor de los trabajadores para que los sucesivos grupos pudiesen al menos salir a tocar, aunque en muchos casos las condiciones del sonido no fuesen las mejores.
Todos los conciertos que había visto habían empezado aproximadamente a su hora pero retirar los bártulos de los cabezas de cartel llevó más tiempo del previsto. Ahí es donde se rompió el ritmo del festival y, con una espera más larga de lo prevista, hubo gente que optó por retirarse. Mientras tanto, el sonido de la carpa llegaba hasta la zona de los conciertos, algo que por desgracia se pudo apreciar también durante algunas actuaciones.
Lo siento por los que se fuesen, porque el espectáculo de Twisted Sister mereció la pena. Al igual que para sus precursores, el comienzo del concierto se anunciaba a través del hilo musical, en este caso con «It’s a Long Way to the Top (If You Wanna Rock ‘n’ Roll)». En el escenario sólo se podía ver el equipo de los músicos y una sábana gigante con el logo del grupo cuando estos salieron por fin. Desde que empezó a sonar «What You Don’t Know (Sure Can Hurt You)» dejaron claro que, a pesar de unas pintas algo más conservadoras, siguen siendo los mismos macarras que eran en sus tiempos mozos. Y es que, como dice su canción «The Kids are Back» y quisieron hacerse notar.
A pesar de su posición delicada en el horario del festival los de Nueva York no se achantaron, mostraron su voracidad con «Stay Hungry» y demostraron que estaban dispuestos a derribar a sus «competidores» en el cartel con grandes interpretaciones de temas como «Shoot ‘em Down». Todo ello a pesar de varios problemas con el sonido, especialmente en los monitores de Dee Snider, aunque desde yo lo oí sonó todo muy bien. El cantante llegó a apartar de una patada uno de los monitores y se retiró tras los amplificadores en más de una ocasión para dar indicaciones y también para echarse algo en el pelo. Y es que, por muchas dificultades que haya, «You Can’t Stop Rock ‘n’ Roll».
El grupo tuvo una gran actitud y presencia en el escenario. A pesar de no ser ningunos chavalines dieron un buen espectáculo, especialmente Mendoza y Snider. A medida que avanzaba el concierto las presentaciones de temas como «The Fire Still Burns» se hacían más largas y eran siempre acompañadas de aplausos. Claro que, como era de suponer, uno de los temas mejor recibidos fue «We’re Not Gonna Take It», coreado de principio a fin, con la invitación de Snider (y la colaboración de Eddie Ojeda) de cantar la «versión» castellana, «Huevos con Aceite». Aquello fue apoteósico.
Como decía, el cantante fue bastante comunicativo, marcándose algún que otro pequeño discurso como el que montó contra programas de tipo Idol (el modelo anglosajón para Operación Triunfo y similares), criticando como chavales con unas semanas de «duro trabajo» (dicho con mucha sorna) agradecían a sus «fans» el apoyo, en contraposición a grupos como Twisted Sister, que mantenían a sus miembros originales (puso otros ejemplos, metiendo la gamba con Iron Maiden entre otros), con décadas de carrera. Habló de cómo los seguidores españoles eran una de las razones por las que el Sonisphere sería uno de los 15 conciertos que darían en el año. Los aplausos del público debieron complacerle.
El concierto siguió con «The Price», para el que el cantante pidió que se sacasen a relucir las luces de los móviles. Antes de empezar el siguiente tema el escenario se quedó a oscuras y cuando se volvió a ver algo un único foco rojo iluminaba la cara de Dee Snider en contrapicado. Esta entrada para «Burn In Hell» fue lo más elaborado a nivel de luces que se vería en su concierto, cosa que a mí me gustó bastante. Con todos los miembros del grupo bien visibles en todo momento se llegó a «I Wanna Rock», con el coro cambiado hacia el final por el cantante por «I Wanna Fuck» para los que les gustase más darle una alegría al cuerpo que roquear. Snider se lo pasaba de lo lindo, diciendo que a ellos también les gustaba e hizo la gracia de empezar a desabrocharse el cinturón. Habría sido un gran final del concierto pero al poco de retirarse los músicos empezó a sonar la introducción de «Come Out and Play», que tocaron antes de terminar de verdad con «S.M.F.», no sin haberse llevado alguna instantánea desde el escenario para ilustrar en casa a lo que se refieren cuando hablan de los públicos europeos.
Un gran concierto que me dejó tan animado que me atreví a quedarme para ver a Uriah Heep. No puedo ir más allá de decir que se me hizo muy agradable y que disfruté de temas como «Return to Fantasy», «Look at Yourself» o «Easy Living» (habría sido una pasada escuchar «The Wizard»), y que a pesar del cansancio acumulado el concierto se me hizo bastante corto. Lo cierto es que ya estaba muy cansado y en cuanto se despidieron yo hice lo propio y me fui a casa.