Arch Enemy era uno de los grupos que estaba dispuesto a «sacrificar» para no machacarme demasiado pero al final me pudo la curiosidad. La última vez que les vi no me desagradaron (aunque tampoco me sorprendieron) y, ya que en esa ocasión vi un concierto recortado, tenía interés por ver qué tal lo hacían esta vez. Tras sonar «Khaos Overture» empezaron el concierto con «Yesterday is Dead and Gone», el primer single de su último disco, «Khaos Legions», y tampoco es que me entusiasmase en directo. Aunque había bastante gente que respondía con ganas a canciones como esta, «Revolution Begins» o «Bloodstained Cross», a mí me dejaron algo frío. Es verdad que a lo largo de gran parte de la actuación tuvieron bastantes problemas con el sonido, especialmente Chris Amott, quien tuvo que desaparecer del escenario más de una vez para ver qué estaba pasando, y eso les perjudicó bastante.
No se puede decir que no le echasen ganas: Angela Gossow estuvo muy animada e intentó contagiar al público de principio a fin, mientras que los demás integrantes del grupo se mostraron cómodos delante de la gente, problemas técnicos aparte. Simplemente, mi impresión de su repertorio fue algo irregular. «My Apocalypse» no es uno de mis temas favoritos pero me parece que sonó bien, al igual que «Ravenous» (que sigue gustándome tanto como hace diez años), pero cuando volvieron a canciones más recientes, como «Under Black Flags We March» o «No Gods, No Masters» me parecían algo «flojos». El final con «We Will Rise», «Nemesis» y «Snow Bound» me pareció coherente con el resto del repertorio y tampoco me dejó mal sabor de boca (aparte del sabor a polvo y paja que estabamos respirando). No me arrepiento de haber visto este concierto pero tampoco me motiva para volver a verles próximamente. Quien sabe, quizás si el próximo disco me gusta más…
El plato fuerte del viernes era Slash y se notó. Aunque no resultaba agobiante, había bastante gente y era de agradecer que ya hubiese anochecido y no hiciese tanto calor. También fue de agradecer que se mantuviese con cierto rigor el horario de las actuaciones, razón por la que no pasó demasiado tiempo hasta que la gente empezó a aplaudir por la salida a escenario del guitarrista, seguido desde el primer momento por un foco. De hecho, salvo contadas excepciones y algún despiste los focos estuvieron continuamente sobre Slash y el cantante que se había traido, Myles Kennedy. Así que desde que empezó a sonar «Ghost» todo el mundo pudo ver bien a los protagonistas del concierto. De los Knuckleheads, el grupo que acompañaba a los dos músicos, se vió poco, manteniéndose en la penumbra casi todo el rato. Por una parte es comprensible, la gente va a ver a «Slash with Myles Kennedy», pero tampoco habría estado de más reconocer un poco a los músicos acompañantes. Sobre todo porque hicieron un buen trabajo, tanto con los temas nuevos como con canciones como «Mean Bone» (de Slash’s Snakepit) o «Sucker Train Blues» (de Velvet Revolver).
Y lo mismo se puede decir de los encargados del sonido, que dificilmente se habría podido mejorar teniendo en cuenta las restricciones de tener un único escenario, al menos desde donde yo lo estaba escuchando. «Nightrain» sonó de lujo (dadas las circunstancias) y los técnicos hicieron posible que se pudiese apreciar la excelente labor que realizó Kennedy – «Rocket Queen» fue uno de los puntos a destacar de su actuación – mientras que la guitarra de Slash ganaba peso en los momentos oportunos, sin ahogar a la otra guitarra o al resto de integrantes del grupo, como durante «Civil War». Evidentemente los temas de Guns N’ Roses fueron los más aclamados, cantados y aplaudidos, y el repertorio fue generoso en el apartado nostálgico sin dejar de lado canciones de su material más reciente. De hecho, encadenaron «Back From Cali», «Promise» y «Nothing To Say» antes de llegar a «My Michelle».
«Slither» marcó el comienzo del final de la actuación. Volviendo un momento sobre el sonido, en la base quizás echase de menos un poco más de nivel para el bajo, aunque pudo escucharse con claridad en canciones como «Sweet Child O’ Mine». La batería tenía tanto un volumen como un sonido muy bien medido. Cuando llegaron al cierre del concierto y empezó «Paradise City» el grupo sonaba igual de bien que al principio de su actuación, con el público acompañando en todo momento. En definitiva fue un buen concierto y no creo que decepcionase a mucha gente. De los protagonistas sólo puedo decir que su actuación fue impecable. Myles Kennedy es un buen cantante e hizo que me arrepintiese de haberme perdido el concierto de Alter Bridge. Y a Slash no le puedo poner ninguna pega: su tono, su forma de frasear, su presencia sobre el escenario y el repertorio que eligió fueron todo lo que hubiese podido esperar. Sólo habría podido ser mejor con más canciones, especialmente si hubiesen sido de los Guns (pero eso ya es mi preferencia personal).
Y al final llegó el turno de The Darkness. Sabía que mucha gente se marcharía después de la actuación de los cabezas de cartel pero me sorprendió lo vacío que parecía de repente el patio delante del escenario. Creo que es una lástima porque el concierto fue exactamente lo que esperaba desde que empezó a sonar «Bareback»: buena música, un grupo sólido y sin más estridencias que las de un frontman histriónico e hiperactivo (vestido con mallas y una chaqueta blanca con un bordado de un tigre a la espalda). Quizás el sonido no resultase tan limpio como en el concierto anterior pero me importó poco. Sigo disfrutando de los dos discos que tienen hasta la fecha y escuchar en directo «Black Shuck» y «Growing On Me» me hizo ver que tienen un directo igualmente bueno. También me confirmó que Justin Hawkins sigue estando medio loco, al menos con micrófono y/o guitarra en mano. No paró de moverse y agitar al público, invitando a responderle durante «Get Your Hands Off My Woman» o animando durante «One Way Ticket».
Tocaron algunas canciones nuevas, siendo la primera «Nothing’s Gonna Stop Us», que no suena mal. Los cañones de confetti que dispararon durante «Love Is Only A Feeling» también me parecieron un toque divertido. Con todo, como digo, lo que más destacó fue el cantante, con su cambio de vestuario, sus gestos o las ganas que le ponía para que el público estuviese animado y cantando, como durante «Friday Night». Estuvo tan elocuente como divertido (“Gimme a D! Gimme an Arkness!”), hablando de un futuro disco, haciendo tiempo mientras su hermano reafinaba su guitarra o simplemente presentando las canciones. El resto del grupo estuvo en su lugar, lo cual no deja de tener su mérito cuando tienes un cantante/guitarrista que en algún momento puede ponerse a hacer el pino delante de la batería.
«Is It Just Me?» precedió a otras dos nuevas canciones, «Concrete» y «Cannonball», que demuestran que todavía tienen algo que decir. «Stuck in a Rut» y «Givin’ Up» fueron atacadas con ganas y con las mismas energías que el resto del repertorio y cuando tocó el turno de «I Believe In A Thing Called Love» yo hubiese seguido un buen rato más. Tras la salida en falso hubiese echado varios temas más pero decidieron cerrar con una versión extendida de «Love On The Rocks With No Ice» sobre las 3:30 de la madrugada. A ver si la reunión dura y da como resultado otro buen disco, para que puedan volver de gira y pueda volver a verles.
Todavía quedaba gente en la carpa de los pinchadiscos cuando me fuí, a paso ligero para ver si no llegaba muy tarde a casa y podía echar alguna hora de sueño antes del siguiente día de festival.