Al igual que el del año pasado, el Sonisphere 2011 tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas. Claro que en esta ocasión partía con la ventaja de saber un poco mejor a lo que me enfrentaba.
Como el año pasado, me decanté por ir en coche. Las opciones de transporte público se me antojaban algo escasas (¿alguien sabe qué tal estuvieron los trenes/autobuses?) y me dio la impresión de que al final hubiese tenido que tirar de taxi. Así que salí con algo de antelación el viernes, 15 de julio, esperándome lo peor en dirección sur. Sin embargo, llegué sin mayores problemas. No sé si sería la hora o que el tráfico de salida de Madrid estaría concentrado en otros puntos.
Conociendo un poco el polígono del año pasado, ni me molesté en ir a las zonas de aparcamiento señaladas por la organización y busqué un hueco lo más cerca posible de la zona acotada. Después de cubrirme hasta las orejas en protector solar decidí que, ya que había llegado pronto, podía ir con calma y coger la pulsera para los dos días y explorar un poco el espacio del festival.
Primer tirón de orejas para la organización: al igual que el año pasado habían montado un punto único de entrada. Teniendo en cuenta que el primer día asistieron unas treinta mil personas, me da a mí que hubiese tenido que hacer cola independientemente de la hora a la que hubiese llegado. Y hacer cola a treinta grados sin zonas de sombra no es divertido.
Segundo tirón de orejas: la chica que me puso la pulsera estaba teniendo que cerrarlas con los dedos. La pobre ya tenía la mano fastidiada y tuve que cerrarla yo mismo porque no podía hacer fuerza. No sé si todo el mundo tenía que trabajar así pero me parece abusivo. Dotar a los trabajadores de algo más que un dedal para crimpar las pulseras (con cierre de metal este año, el año pasado era de plástico) hubiese sido lo propio.
Tras un cacheo y una comprobación de mi pulsera estaba dentro del recinto. Este año habían colocado un único escenario en la parte más septentrional de la zona delimitada. Por curiosear un poco di un ligero rodeo para llegar hasta la zona de los conciertos. Vi los pasillos con los ventiladores/humidificadores, que me parecieron un buen detalle pero probablemente escasos. Eché un vistazo lejano a la zona de stands de comida y la carpa para los pinchadiscos y pasé rápidamente por los puestos de mercaderías, sin prestar mucha atención. Me fijé también en las zonas de sombra y de relax pero ya estaban hasta arriba, así que tampoco me entretuve mucho.
La colocación del escenario, mirando hacia el norte, me pareció bastante razonable, sobre todo por el sol. Aunque no había muchas opciones de sombra (la que ofrecía la torre de los técnicos de sonido/cámaras/VIPs) al menos con esa orientación no daba de cara ni al público ni a los artistas. La zona para minusválidos no estaba mal situada pero estaba totalmente desprotegida. Las gradas me parecieron muy lejanas y las «zonas verdes» eran demasiado escasas. Casi la totalidad del recinto era, como el año pasado, un secarral.
Dada la hora a la que había llegado pude escuchar el final de la actuación de Angelus Apatrida, incluyendo «Thrash Attack». Los chavales lo hacen bien pero el sonido de lo poco que escuché me pareció algo turbio. El cuarto de hora largo que había hasta la siguiente actuación se hizo un poco cuesta arriba al sol pero me gustó ver que las cosas sobre el escenario se movían a un buen ritmo.
Después de toda esta parrafada llegamos a la primera actuación que tenía planeada ver, la de Valient Thorr. Creo que fue Iván quien me habló de ellos hace unos años y hasta la fecha no les había visto en directo. Dadas las horas tampoco se puede decir que hubiese demasiada gente pero sí había bastantes personas y el grupo fue bien recibido cuando empezó a sonar «Double Crossed». El sonido fue bueno y la actitud del grupo fue aún mejor. Desde el primer momento no pararon de moverse de un lado a otro del escenario, en especial el cantante. A pesar del poco tiempo que tenían disponible consiguieron tocar unos cuantos temas. Si mi memoria no falla se pudo escuchar «Future Humans» y después el cantante presentó «Infinite Lives», ya sin camiseta. A pesar del calor («Are you hot? Are you muy caliente?») mantuvieron un buen nivel a lo largo de todo el concierto y temas como «Mask of Sanity», «Gillionaire» o «Disappearer» sonaron contundentes y resultaron muy entretenidos, sobre todo con los gestos del responsable del micrófono. Estuvo muy comunicativo, haciendo pequeñas presentaciones para temas como «Night Terrors» o «Goveruptcy», dedicando temas al conductor de su autobús (era el final de su gira por Europa) y a los vascos (sus razones tendría para eso), pidiendo al público que enviase sus energías al Sol (a fin de cuentas, ellos venían «del espacio») o bajándose al pasillo de separación delante del escenario para cantar y gesticular ya sin camiseta. Todo un espectáculo, mientras que el grupo no bajaba el ritmo tocando. El concierto se me hizo corto y tras ¿»Heatseeker»?, «Sleeper Awakes» y el gran final encabezado por «Total Universe Man» (y enseñar el cantente el culo) se despidieron. Si vuelvo a tener oportunidad de verles intentaré aprovecharla.
A estas alturas el calor ya se hacía notar y bastantes personas estaban refrescandose con los chorros que soltaban dos mangueras situadas delante del escenario. Otro buen detalle, sobre todo dadas las temperaturas que se estaban alcanzando. Con todo, el movimiento de las personas levantaba una polvareda que hacía algo incómodo respirar. Las mascarillas que llevaban muchas personas me parecieron una buena idea.
El segundo grupo que quería ver salió al escenario con bastante puntualidad. Lo cierto es que temía un poco cómo resultaría el concierto de Gojira. Con una música tan densa como contundente me los imaginaba más en una sala que en un festival al aire libre. Y, al final, al concierto de los franceses sólo le puedo poner una pega: el sonido estaba en «modo festival», es decir, con los bajos disparados hasta el punto de poder notarse la presión de las ondas sonoras en todo el cuerpo. Vi a más de uno que se quejaba que lo único que oía era un estruendo. Yo lo escuché bastante bien, llevando tapones, estando a una distancia decente del escenario y conociendo los temas del grupo. Sí es cierto que desde los primeros momentos de «Ocean Planet» el sonido de las guitarras me parecía algo más sucio de lo que hubiese esperado pero entiendo las limitaciones de la situación. El repertorio no estuvo nada mal y aunque creo que «Backbone» fue la única que presentaron temas como «Remembrance», «Love» o «A Sight To Behold» eran fácilmente reconocibles.
El grupo estuvo bastante activo sobre las tablas. El bajista parecía que tenía un cuello de goma con la forma de sacudir la cabeza en algunos momentos, mientras que el cantante aprovechaba las partes instrumentales para darse algún que otro paseo de un lado al otro del escenario y el otro guitarrista seguía el ritmo de sus compañeros. Hasta el batería hizo una excursión por el escenario dejando su equipo a cargo del cantante para animar un poco al público. No sé si la reacción de los presentes les convenció pero a mí el concierto me animó bastante. Temas como «Flying Whales», «The Heaviest Matter of the Universe» o «Toxic Garbage Island» se sucedían a un buen ritmo, sin mucha charla entre uno y otro, y cuando llegó el turno de «Vacuity» y salieron del escenario me sorprendí de lo rápido que se me había pasado el tiempo. Aunque volvieron para tocar «Oroborus» me quedé con ganas de algo más, así que tendré que estar atento a ver cuando vuelve a estar de gira por aquí.
Después de este concierto me retiré a descansar un poco. Uno, que ya es viejo, necesita dosificarse si quiere sobrevivir los dos días del festival. Sin tener mucha intención de achicharrarme durante el concierto de Sôber aproveché que podía salir y entrar del recinto con la pulsera y me fuí a un sitio tranquilo y a la sombra a sentarme cómodamente y tomarme algo fresco. Este parón me sentó tan bien, y los conciertos me habían dejado tan animado, que decidí volver un poco antes de lo que tenía previsto inicialmente.